River recuperó ayer la sonrisa en el torneo local después de tres partidos y, con un inspirado Lucas Alario, autor de un triplete, goleó 4-1 al comprometido Nueva Chicago en Mataderos y llega entonado al superclásico con Boca Juniors.
A pesar de haber tenido dificultades defensivas en algunos pasajes del encuentro, River volvió a tener un alto poder ofensivo y con tres gritos de Alario y uno de Sebastián Driussi se llevó tres puntos importantes para conservar alguna ilusión en la lucha por el campeonato.
Chicago, que terminó con diez jugadores por la expulsión de Lemos, tuvo actitud y el empuje de una multitud que lo acompañó, pero le faltó ajustar la definición y su camino hacia un nuevo descenso parece irreversible.
El entusiasmo y la motivación del comienzo le permitieron a Chicago poner en aprietos a River, aunque el conjunto local pecó por su falta de definición y se encontró con un River efectivo que se fue al descanso en ventaja.
Con salida rápida en el medio y pelotazos cruzados, Chicago complicó a la defensa de River, que se mostró endeble en el juego aéreo. Pero cuando River logró asentarse en el campo, demostró sus credenciales a la hora de manejar el esférico y en su segunda llegada terminó en gol. Saviola mandó un centro desde la derecha, la bajó notablemente Alario dentro del área, la levantó ante los defensores Marcos Galarza y Masuero, y definió para poner el 1-0.
Chicago no se resignó, siguió con la misma fórmula, aunque River le contestó con su efectividad. Se jugaban 35’ cuando Pisculichi probó desde el sector izquierdo, Tauber dio rebote y Alario, bien ubicado, estiró la diferencia.
Con más empuje que buen fútbol, Chicago intentó jugar en campo rival y a los 38’ concretó el descuento para volver a meterse en el partido. Después de un córner desde la derecha, y tras no poderla sacar los defensores visitantes, Maidana fue quien la terminó metiendo tras un disparo de Galarza.
En el complemento River completó la faena. Con una contra manejada por Saviola y un disparo esquinado y certero de Alario que decretó el 3-1 y poco después Driussi decoró la goleada ante un Chicago que sintió el golpe, no tuvo reacción ni tampoco enjundia ni siquiera para acercarse al descuento.