River Plate logró una buena diferencia para llegar a la final de la Copa Libertadores con el triunfo ante Guaraní por 2 a 0, en el partido de ida de semifinales.
River Plate logró una buena diferencia para llegar a la final de la Copa Libertadores con el triunfo ante Guaraní por 2 a 0, en el partido de ida de semifinales.
River fue un equipo enérgico en los primeros minutos. Con decisión fue en busca del gol con sus volantes y defensores en una clara actitud ofensiva, con la presión en ataque, con Ponzio adelantado en la línea de cinco, con González por el centro para liberar la proyección de Vangioni y la dupla Sánchez-Mercado por el sector derecho.
Guaraní se vio desbordado como nunca en la Copa, aún con dos líneas de cuatro, pero cuando salió del asedio ante el freno de River, demostró cuán peligroso puede ser más allá que Santander haya sido el único punta.
En el complemento, River recuperó la posesión de la pelota sin el vértigo del inicio, pero a medida que pasaron los minutos los nervios se apoderaron del equipo.
Hasta que apareció Mercado, el autor del gol de River que aprovechó el cabezazo de Alario, luego del tiro de esquina que ejecutó Martínez. La acción del ex Colón, que ganó en el salto a la defensa paraguaya, sirvió como pase a Mercado, que definió en soledad.
River logró vencer así a la férrea defensa de Guaraní, que no recibió goles en octavos y cuartos de final, y se infló de ánimo para ir por más. Con más empuje que fútbol, pero revitalizado. Los ataques de River se focalizaron por la vía izquierda, esta vez con Vangioni y Martínez como protagonistas, y a través de ellos nació una de las mejores jugadas que derivó en el pase a Mora que tapó el arquero Aguilar.
El mejor momento de River se cristalizó con el golazo de Mora. El uruguayo enfiló en soledad ha
cia el arco paraguayo previo pase de Ponzio a Alario (de gran partido) que éste cedió con inteligencia para el ex Benfica de Portugal. Mora vio adelantado a Aguilar y cuando parecía que iba a sacar un remate fuerte decidió pinchar el balón. El suspenso, con un roce en el travesaño, paralizó los corazones de más de 60 mil almas, pero la concreción desató la locura en las tribunas.