¿Qué hace aún más grandes a los grandes atletas? Muy probablemente la humildad. Y la empatía. Por eso el español Rafael Nadal es lo que es. Está en el más alto escalafón del tenis, es el más ganador de títulos de Grand Slam junto a Roger Federer, pero no son sólo los números magníficos o el tenis los que los avalan. También son lo que son por cómo se comportan adentro y afuera de la cancha. Y sobre todo, porque pueden poner los pies en la tierra. Ni hablar de Rafa, quien este viernes, pese a que no tuvo el mejor día en la pista igual se hizo eco del sueño de una abuela que quería conocerlo, a los 95 años y con principio de Alzheimer.
Por los cuartos de final del Masters 1000 de Madrid, en la que es casi literalmente su casa, Nadal no pudo con el alemán Alexander Zverev y cayó por doble 6/4, lo que significa un mérito abismal para el teutón ya que ganarle a Nadal en polvo de ladrillo es casi una quimera. Hasta ahí lo deportivo y el destino de un partido que el manacorí no pudo torcer. Lejos de irse enojado, respetuoso como siempre, Rafa se hizo tiempo para cumplir un sueño.
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@MutuaMadridOpen
"@RafaelNadal Hoy mi abuela a sus 95 años verá el sueño cumplido de verte en directo, tiene principio de Alzheimer y me dijo que antes de olvidarse de lo que el tenis y lo que tú significas para ella deseaba verte en directo. Espero disfrute de este día tanto como lo estoy disfrutando yo", le escribió en tuiter, a Rafa, el usuario @@carripadel22 adjuntando una entrada a la sesión de partidos de este viernes en Madrid. Y alguien hizo lo que todos esperaban. Tomar el pedido de las redes de Nadal (retuiteado una y otra vez) y hacérselo saber. Minutos más tarde, el ex N° 1 del mundo y Rey absoluto del polvo de ladrillo, estaba de pie en uno de los pasillos internos bajo el estadio del Mutua Madrileña esperando a esa abuela, visiblemente emocionada aún detrás de su barbijo. El torneo también se hizo eco y tomó a la señora en una fotografía mientras Nadal disputaba su partido.
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@MutuaMadridOpen
Así, una vez, Nadal, galardonado hace un par de días como el mejor deportista del 2020 en los Premios Laureus (la mejor deportista femenina fue la japonesa Naomi Osaka), vuelve a demostrar que no sólo tiene una pelota de tenis delante de sus ojos. De hecho, el año pasado especialmente dio sobradas muestras de solidaridad con situaciones relacionadas a la pandemia por el Covid-19 y colaboró activamente con causas que hasta prefiere no dar a conocer para mantener todo el perfil bajo que pueda. Ahora, le tocó en suerte a la abuela Manuela disfrutar de la empatía de Nadal. Sueño más que cumplido.