"Jugaba en Temperley, vivía a una cuadra del club. Empecé a los 4 años y a los 15 me fui a vivir a Corrientes y ahora juego en Regatas", le contó Marco Giordano a este diario. El pibe de oro, de 1.85 metros, zapatillas 47 e hincha de Central, confiesa que extraña a los amigos, la pileta, el verano rosarino y adelanta: "Cuando terminen los Juegos, la próxima parada es Corrientes, donde tengo que seguir con el Súper 20 y la Liga Nacional en el básquet profesional". En Regatas dice apoyarse en el ex seleccionado argentino Paolo Quinteros. "Es un crack, trato de aprender mucho de él". Giordano además apunta al ex albiceleste Facundo Campazzo como ídolo nacional y a Stephen Curry, de la NBA, entre los internacionales. Giordano integró la selección Sub 18 y el año próximo irá al Mundial Sub 19.
Giordano ayer fue la figura de la final del básquet 3x3 de los Juegos Olímpicos de la Juventud, en la que Argentina se quedó con el oro tras ganarle 20 a 15 a Bélgica. "Estamos muy contentos, tengo millones de mensajes y no alcanzo a contestar todos: estoy a full. Esto es algo inexplicable, estoy feliz por mí y mis compañeros", dijo el base del equipo en diálogo con Ovación.
No hay equipo de selección al que no se le busque por estos días un apodo. Y el del plantel de Giordano, Juan De La Fuente, Fausto Ruesga y Juan Hierrezuelo no fue la excepción. Durante los juegos los llamaron "Los inconscientes", por no titubear al momento de adelantar que les ganarían a todos los rivales. Y cumplieron. Los pibes ganaron seis de los siete partidos que disputaron en la competencia (la única derrota fue ante Estados Unidos) e incluso vencieron ayer al agobiante calor que se apoderó de la jornada.
En el Parque Urbano de Puerto Madero y ante una multitud eufórica (con Sergio Hernández, entrenador de la selección mayor como testigo) los chicos dirigidos por Juan Gatti fueron mucho más que el combinado belga que había llegado invicto y con mucha confianza. Los europeos habían mostrado un notable juego interior durante el campeonato, pero no pudieron ratificarlo ante Argentina, por la intensidad y agresividad defensiva del conjunto, y la enorme tarea defensiva de Ruesga.
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De todos modos no hubo espectador ni medio de comunicación que dejara de destacar el juego descomunal del rosarino Giordano. Los más impacientes o exagerados ya hablan de que el éxito en el básquet viene apellidado con "G" y aventuran la aparición del "nuevo Ginóbili".
Lo cierto es que el pibe estrella y de bajo perfil parece no detenerse en los halagos. Cuando le dan una pelota, anota: es una máquina de anotar. Los números hablan por sí mismos. Sólo en la final aportó 11 puntos, 4 rebotes y 2 robos durante el encuentro (De la Fuente anotó 5, 3 rebotes y un robo; Ruesga un punto, 7 rebotes, un robo y un tapón y Hierrezuelo, 2 puntos, 3 rebotes y un robo).
El punto de inflexión se produjo cuando faltaban cuatro minutos y el partido estaba 8-7 para Argentina: allí llegó la tranquilizadora racha 4-1 con dos bombas de Giordano y tres rebotes ofensivos consecutivos. Un gesto que continuó hasta el pitazo final. Y vino el "¡Dale campeón!" del público y el festejo a puro abrazo, en el piso, de todo el equipo.
El día decisivo había incluido una durísima semifinal contra una Ucrania que lo exigió al máximo y apenas lo dejó ir arriba en el marcador por un par de segundos. A diferencia de los anteriores encuentros, la altura de los ucranianos obligó a la Argentina a pelear. Allí, primero De la Fuente, quien metió un tiro libre, y después el rosarino con un amague y un doble inolvidable estampó el 18-16 final y el pasaje al partido definitivo.
"Estábamos muertos, fuimos perdiendo todo el partido, sobre el final logramos empatar, no dejamos que nos quiebre el partido. Las piernas ya no nos daban más y logramos tener la mente fuerte para poder ganar", reconoció Giordano sobre la semifinal, el jugador que es una gran parte del equipo que le aportó a Argentina la décima medalla de oro y la gloria.