River sufrió más de la cuenta y necesitó de una gran actuación de Marcelo Barovero y la cabeza salvadora de Lucas Alario para ganarle 1-0 a Sanfrecce Hiroshima y avanzar a la final del Mundial de Clubes de Japón, en la que espera al ganador del encuentro entre Barcelona y Guangzhou Evergrande de China, que se enfrentan esta mañana desde las 7.30 (ver aparte).
Ante más de 15.000 hinchas que vistieron de rojo y blanco el Osaka Nagai Stadium y después de un primer tiempo en el que Barovero fue la gran figura y responsable de mantener el arco de River en cero, Alario, a los 27 minutos de la segunda parte, les dio la victoria a los dirigidos por Gallardo.
Con mucho sufrimiento y un flojo rendimiento, que se pareció bastante al del último semestre, River dio el paso que necesitaba y sueña con una final ante el poderoso Barcelona.
Habiéndose quitado la muy pesada mochila del debut ante un rival al que se suponía que debía ganarle sin mayores inconvenientes, los dirigidos por Gallardo se permiten soñar, como también lo hacen los miles de hinchas que invadieron Osaka en las últimas horas y colmarán buena parte del estadio Internacional de Yokohama el domingo.
River conocerá hoy su rival pero todos, más allá de la dificultad, esperan por Lionel Messi y el poderoso Barcelona. El equipo catalán deberá ganarle al Guangzhou que dirige el experimentado entrenador brasileño Scolari para obtener el derecho de verse cara a cara con el conjunto argentino.
River la pasó mal en el primer tiempo. Impreciso en el medio, le costó construir con claridad en ese sector de la cancha y ni Rodrigo Mora ni Lucas Alario contaron con chances claras, mientras que cada ataque japonés ponía en peligro a Barovero.
El arquero cordobés, con intervenciones decisivas, fue la gran figura millonaria en el primer tiempo y el responsable de que River se fuera al descanso sin goles en contra.
Cada contra nipona desnudaba las falencias de una defensa que, muy separada de la línea de volantes, quedó expuesta, principalmente sobre el sector izquierdo que defendían Leonel Vangioni y Eder Alvarez Balanta.
El pitazo del final del primer tiempo llevó alivio a los hinchas, con la ilusión de revertir la imagen en la segunda parte. Y así fue. El entrenador acertó al incluir a Lucho González en lugar de Leonardo Ponzio y después a Tabaré Viudez por Pisculichi, y River mejoró.
Casi todo el segundo tiempo jugó en campo rival e impuso condiciones, aunque le costaba generar situaciones claras debido al buen trabajo defensivo de Sanfrecce.
Como ocurrió en muchas oportunidades en las conquistas de la Copa Sudamericana de 2014 y la Libertadores de este año, River encontró el camino al triunfo desde una jugada de pelota parada. Viudez fue decisivo con su pegada como antes había sido Pisculichi, Maidana ganó ante la salida fallida del arquero nipón y Alario, solo, empujó de cabeza al gol.
A River no le sobró nada, fue tan irregular como en casi todo el semestre, pero cumplió con su objetivo y sueña en grande, al igual que los miles de fanáticos que recorrieron más de 18.000 kilómetros con la ilusión de ver a su equipo conquistar el Mundial de Clubes.