La 40ª edición del Dakar, la 10ª en Sudamérica y en Argentina, llegó a su fin ayer en La Cumbre y luego, entre bombos y platillos, por el centro de Córdoba, capital fierrera del rally si las hay. Los locales no pudieron disfrutar de lo que iba a ser una hazaña del piloto local, Federico Villagra, que abandonó el viernes cuando peleaba la punta en camiones. Pero sí en cambio aplaudieron a los argentinos que tan bien los representaron en la carrera más dura que haya tenido lugar en estos pagos: los escoltas Kevin Benavides en motos, en una posición histórica en esa categoría, y el debutante Nicolás Cavigliasso en cuatriciclos. En esa especialidad, sí fue recibido con todos los honores el representante de General Cabrera y de la propia capital mediterránea Jeremías González Ferioli, que completó el podio. Y también hubo aplausos al por mayor para un hombre poco simpático, pero tremendamente figura de esta competencia: Carlos Sainz, que con 55 años volvió a ganar la más extrema de todas, como en 2010. Aquella vez con una VW Touareg, ahora con Peugeot. En ambos casos, fueron las últimas victorias con presencia oficial de la marca, ya que el León no correrá en 2019.