A Plaza le tuvieron que apagar la luz. Literalmente. Si no, no se iba más del estadio mundialista. Anoche, cuando sonó la chicharra que le dio la victoria sobre Gimnasia y Esgrima (GER) por 2 a 1 se terminó la sequía de seis años sin conseguir un título de primera división de la Asociación de Hockey del Litoral y eso significó también un grito tremendo de desahogo. Ahí, en el medio de los festejos de espuma, agua, abrazos interminables, lágrimas y miles de fotos, también se conjugaban cientos de emociones atragantadas. Las de quienes forman la nueva generación pero especialmente las de la "vieja", por llamarlo de alguna manera. Ellas fueron las del llanto más desconsolado, las que encabezaron dentro de la cancha un proyecto que sobre todo le dio juego al torneo local, calidad. Históricamente Plaza se caracterizó por jugar bien al hockey. Este año fue protagonista a lo largo de las 22 fechas y se llevó el premio mayor en una finalísima que no podía ser mejor. No tanto por el partido en sí sino por el rival, otro de los grandes del hockey local, el marco y el desenlace.
El año pasado, cuando Atlético del Rosario fue tercero en la Liga Nacional de Clubes, este diario tituló: "Plaza vuelve a ser Plaza", resaltando ese rescate de las bases. Tras algunos años de rendimientos magros, otros mejores en los que sin embargo no llegaron los títulos, el 2016 fue de ratificación para Atlético del Rosario. Mantuvo la plataforma del año pasado (perdió la final del Litoral con Universitario), la potenció y casi no cedió terreno. Perdió sólo un partido en el certamen local, justamente ante GER, su rival de ayer, que le sopló en la nuca en toda la recta final. Al cabo de dos ruedas (se eliminaron los playoffs) llegaron igualados en puntos y hubo que hacer una final desempate. Y no pudo ser mejor.
Una definición mano a mano entre los dos mejores del año no tiene parangón: el que gana se queda con la emoción multiplicada y el que pierde con la desazón más grande. Pero estos son los partidos viscerales, los que quedan en la memoria. Ayer, como hacía rato no pasaba en un encuentro del torneo doméstico, el Mundialista Luciana Aymar vibró con ambas parcialidades. Más de 2.500 personas coparon las instalaciones dando un contexto espectacular.
Después, específicamente hablando de juego, fue un partido típico de final. Más show que juego en sí. Lo jugaron con más garra y corazón que otra cosa, con el final feliz para Plaza. Fue GER el que tuvo más la pelota en el palo y en el que en el segundo tiempo inclinó la cancha para ir por todo, aunque no le alcanzó. A los 27' del primer tiempo la Flaca Delfina Soljan convirtió en gol una pelota que vino de aire y agarró a casi todos distraídos (menos a ella, claro). Pero a los 30' GER ya lo había empatado a través de un córner corto y una bocha que terminó de empujar la talentosa Martina Ferrazzini. En el segundo tiempo, otra aparición de Soljan (43') estiró la ventaja que fue mínima y definitiva. En ese segmento en el que GER pisó más el acelerador e intentó entrar por todas partes, Plaza, ya con pocas piernas, resistió con oficio. El oficio que le dan esas almas madres que tiene el equipo, esos nombres propios de los que se hablaba al principio: Pilar Méjico, capitana y abanderada, su hermana Guadalupe, Lucrecia Esteban, Luli Romero, Maria Galli y la misma Ariela Tabia en el arco. Obviamente Patricio Rambaudi, quien consiguió su primer título como entrenador, tiene otro gran mérito, como todo el plantel.
GER no claudicó en la lucha en ningún momento. Bajo la atenta mirada del Loco Marcelo Bielsa (ver página 2), que especialmente fue a ver a su hija Inés, y la de toda la parcialidad mens sana, buscó y buscó. Al final, todo fue sabor amargo y lágrimas de tristeza para otro plantel de gran campeonato.
"Las finales se ganan con el corazón", coincidieron en la previa en la nota con Ovación las capitanas Pilar Méjico y Belén Facciano. Y así fue para Atlético. Efectivamente. No era ayer tiempo de desplegar manuales. Lo mejor ya se había mostrado en el año. Entonces, se terminó la sequía. Seis años después de la última conquista, volvió Plaza a levantar el título del Litoral. Y lo festeja como si fuese la primera vez. Lo celebra en grande. Empapado. Emocionado. Hasta que le apaguen la luz.