—Los protagonistas también lo hacen ver como una crisis con sus declaraciones. Como las de Maxi, más allá de si tiene razón o no, convengamos que fueron dichos incómodos.
—Sí, fueron muy fuertes pero reales. Me parece que no está mal que un capitán del equipo a veces les saque las caretas a todos. A veces hay que sacudir un poco.
—¿Eso suponés que fue la idea, la de mover la cosa?
—Está bien, está bueno.
—No hay liderazgo en Newell’s desde que te fuiste. Tal vez no quisiste ser el líder, pero las circunstancias deportivas te pusieron en ese rol. El eje de poder se corrió a lo futbolístico, todos se alinearon detrás tuyo para sacar al club de una complicada situación deportiva, y una vez que te fuiste el club quedó huérfano. La falta de liderazgo se visualiza en que hablan los jugadores de manera crítica y no hay reacción, al menos visible.
—Hay algo que uno hace sabiendo qué va hacer y conociendo lo que le espera en el futuro. Yo lo hice y tenía muy en claro por dónde iba a ir. Salió bien. Pero entiendan que es muy difícil para mí hablar de todo lo que pasó después. Esto que pasó de Maxi me agradó más de lo que a muchos les pudo haber disgustado. Es un llamado de atención, y más aún si hace falta para que despierten algunas piezas como ustedes dicen, ya sea para tomar el mando, o para lo que sea. Y está bueno. Pero en ningún caso, aún pasando todo esto, me parece en algún punto algo dramático. Newell’s tiene muy claro lo que era dramático, y pasó hace muy poco tiempo todavía. Dramático fue 2008/2009, eso sí era dramático. Pero resulta que en aquel entonces no se pintaba todo lo dramático que era.
—Tal vez porque no se dejaba pintar.
—Seguramente. Puede ser.
—Pero el término dramático a este momento no es el utilizado, sí que hay una crisis, palabra a la que no hay que tenerle miedo. Porque cualquier crisis democrática es mucho mejor que un drama autoritario en cualquier ámbito.
— Sííí. Por supuesto. Yo no estoy diciendo que la situación actual sea la ideal. Pero tampoco esto de que cada vez que Newell’s pierde un partido haya que cambiar un entrenador. Sea quien sea el entrenador. Porque ha pasado con todos. Y esta es una realidad en la mayoría de los clubes del interior. Porque no le podés decir a la gente que esta es la realidad de un club. Cuando agarrás 110 o 112 años de historia ahí ves la realidad de un club. A mí me tocó vivir una época donde jugué 15 años y ganamos tres campeonatos. No ganamos 12. Por eso a veces hay que salir y decirle a la gente: "Mirá que salir sexto no está tan mal”. Porque la realidad nuestra no es campeonato tras campeonato. Que hemos tenido una época así, perfecto, pero no es lo normal a lo largo del año. La gente que era hincha de Newell’s en el 50 o en el 60 qué hacía entonces, ¿se tenía que suicidar? Cuando ahora vos tenés un club, que en los últimos 30 años ha ganado no sé, 6, 7 campeonatos, hay que aprender a decirle a la gente "miren que este año será más difícil”. En esto creo que sí hay un error comunicacional del club, porque hay que salir y decirlo.
—Un líder sale y lo dice, por eso la observación. Porque si cuando vos te fuiste salían y decían "ahora el club necesita un tiempo de renovación futbolística o ya no se puede jugar más de la misma manera que lo hacíamos con el Tata”. Ni más ni menos lo que dijo Maxi.
—Entiendo. Y lo que también entiendo como un error es la parte de comunicación de Newell’s. Un error que existe ahora, existió antes y también existió en mi época de jugador. Siempre hubo un error de comunicación. Yo también les decía a mis interlocutores en el club: “Les gusta una forma de jugar, adoptamos esa forma de jugar, cambiamos algunas piezas, pero no digan más para afuera que van a jugar de esta manera, porque el día que tengan que cambiar te vas quedar preso de tus palabras. Con el compromiso para adentro de que vamos a jugar así, es suficiente”. Cometimos el error de decir no, nosotros jugamos de esta manera, y esto no se cambia, y quedamos preso de eso. También es cierto que perder tres clásicos nos hicieron cambiar una manera de jugar. Porque esta es la realidad. Newell’s no es que debía dejar de jugar de esa manera, no tenía que decir que iba a seguir jugando de esa manera, debería haberlo hecho como lo hizo, y debería haberlo continuado más allá de tres clásicos perdidos. Tres clásicos no te pueden cambiar toda una estructura que estaba preparada para jugar de esa manera. Y seguramente habría tenido más éxito. Tenía que pasar esto que está pasando porque era lógico. Hay situaciones que se dan de una manera y es muy difícil de explicar por qué. Porqué Newell’s no se fue al descenso cuando fue el primer año de Roberto Sensini es inexplicable, porque instucionalmente estaba para irse al descenso. No sólo que no se fue al descenso sino que salió segundo y estuvo muy cerca de ser campeón. Es inexplicable. También es inexplicable por qué sale campeón y jugando bien un equipo que viene de campañas mediocres. Y toda esa situación nos cambió la cabeza. Yo lo que tengo claro es que Newell’s marcó un camino, iba por ese camino, que para mí es muy bueno, que tenía los intérpretes para seguir por ese camino, te diría que tenía los entrenadores para hacerlo, y tres clásicos nos hicieron cambiar ese camino. Pero nos hizo cambiar el camino desde el hincha, desde el dirigente, desde los jugadores y desde el entrenador. Todos cambiamos el camino.
—¿Vos también?
—No, yo no. No lo hubiera cambiado. Es probable que me hubiera estrellado contra una pared, no lo sé, pero Newell’s estaba preparado para seguir, porque vos ibas a ver todo Newell’s y todo Newell’s sabía lo que tenía que hacer.
—Entonces volvemos al principio, porque si se tiene liderazgo, el camino no lo cambiás aunque vengan degollando.
—No es tan claro. Porque yo no lo hubiera cambiado, pero no juzgo al que lo cambió. Yo entiendo, justifico y hasta en algunos casos he avalado que hayan cambiado, porque tampoco se puede vivir de esta manera, porque si cada vez que se pierde un clásico me van a venir a incendiar la puerta de mi casa, y la verdad que diría vamos a cambiar. También es cierto que vos te metés o te quedás afuera. Y si te metés sabés con lo que vas a lidiar. Pero también es verdad que hay todo un trabajo de gente que hizo un esfuerzo para hacer algo lindo, que salió muy bien, y que se podía llevar adelante, y de golpe se terminó. Y sabés cuándo justifico a los que cambiaron, cuando veo la tranquilidad que hubo en un clásico que terminó empatado. Es la realidad. Cuando vos empatás un clásico, no lo perdés, y encima el hincha le da un significado a ese empate por lo que representó para el rival después, entonces concluyo que lo que pienso puede quedar en algo lindo para mí, algo que me hubiera gustado que continuara, que me parecía interesante de seguir y además bueno para la institución. Pero la realidad es que el hincha no quiere.
—¿Y no es un problema darle tanta importancia a lo que quiere el hincha, o al menos a algunos hinchas? El hincha está en la tribuna, no es dirigente, ni jugador, ni técnico.
—De acuerdo, sí, pero te incendia la puerta de tu casa.
—¿Es un hincha el que te incendia la puerta de la casa?
—Claro, sino quién te incendia la puerta de tu casa. Preguntale a Lorente, o a Ricobelli.
—Entonces de aquella época de cuando eras jugador a esta la situación empeoró. Porque se decide en un club por lo que dicen en las redes sociales o en los comentarios de los portales.
—Y sí, pero ojo, pasa en todos lados no sólo en Rosario. Incluso una foto en Twitter puede generarlo. En Rosario es mucho más difícil porque nos conocemos casi todos y rápidamente se sabe donde vivo yo, vos o él. Y es más, todos los protagonistas dentro del fútbol, un poco más o menos, han tenido miedo. Sí, tienen miedo los jugadores, los dirigentes, los entrenadores. Y cuando tenés miedo, el miedo no te hace funcionar bien generalmente, porque si vos resolvés con temor, seguramente no tenés una cabeza sana y limpia para pensar qué es lo mejor. Ahora aquellos que sanamente tomamos decisiones, la tomamos y por ahí le erramos. Pero el problema es que la idea general es que todos los que erran son delincuentes. Pero le erran porque tienen que tomar un cúmulo de decisiones que en alguna no sale. Ahora plantearlo que estos que tomaron esas decisiones no saben, es una opinión. No estás de acuerdo con los que toman decisiones, todo bien, a fin de año tenés elecciones, votá lo que quieras y cambiá, pero el no estar de acuerdo no te da derecho a ir a quemar puertas.
Martino nunca se olvidó de lo que padeció por la liguilla del 86
Mientras hablaba de los sistemas de juego, el Tata refiere a una etapa como jugador y dijo: “A mí me pasó en la época de futbolista. Hay una nota que no recuerdo con qué medio la hice, pero era la época del Indio Solari donde estuvimos 22 o 24 partidos sin perder, y sabés cuál perdimos, el de Boca, y era una época que si a mi se me ocurría acostarme en el medio de la cancha, la gente me iba a aplaudir y no iba a decir nada. Pero perdimos con Boca y abruptamente se terminó. Por eso es muy difícil decir voy a hacer lo que quiero”.
—¿Hablás de esa liguilla que habían ganado 2 a 0 en la Boca y después perdieron 4 a 1?
—Claro. Y era una época muy buena. Terminó con un partido clave, perdiéndose, y todo cambió.
—Lo que ocurrió en esa liguilla te produjo un quiebre con el periodismo y también con los hinchas. ¿Cómo estás hoy con aquella situación?
—No sé. Aprendí a convivir. Nunca la acepté. Cuando tengo la posibilidad de hablar con alguien de Newell’s de esa época se lo hago ver. Y un poco en broma y un poco en serio dividí a los hinchas entre los de 40, 45 años para abajo y de 40, 45 años para arriba. Fue lo primero y más fuerte que me pasó. Te diría que fue lo más fuerte en mi vida como futbolista. Me resultó injusto y no lo olvido. No lo olvido. Y al día de hoy, no lo olvido.
— Y desde ese momento forjaste una idea del periodismo.
—Sí, con el periodismo, el hincha, de cuando somos todos lindos, buenos y de cuando todos somos feos, gordos. Tenía 23 años, era el 86, y eso me llevó a modificar mi opinión. El fútbol no era como lo pensaba hasta ahí y me puso en la vereda de lo que yo me iba a encontrar a lo largo de mi carrera. Porque eso no le pasa a todo el mundo y al que le pasa, le pasa una vez. No siempre sucede eso. Pero a veces pasa. En Europa se da mucho en competencias internacionales, que se dan vuelta resultados ilógicos, se hace un análisis y obviamente se critica, pero no se llevan las cosas tan lejos como sucedió aquella vez. Mirá, cuando dirigía Newell’s estuvo el Gringo Scoponi unos días en Rosario y venía al entrenamiento y charlábamos. Y no sé porqué yo saqué este tema, y ojo que era alguien que corría a la par mía en ese tema, y me dijo: “Todavía Tata te acordás de aquello vos”. A lo que le respondí: “Como soy yo imposible que me lo olvide”.
“El juego de aquel equipo fue una marca y da placer”
—¿Que todos los medios te pregunten por Newell’s es porque te salió bárbaro o por qué?
—Porque fue lo último que salió bien. En el medio no hubo mucho, salvo Barcelona, que por supuesto es muy importante que no te vaya bien en Barcelona, pero también creo que el juego de Newell’s en aquella época fue una marca. Fue una forma de jugar y me parece que es lógico que al técnico de ese equipo se la pregunten. A mi me causa placer y más teniendo en cuenta que sea Newell’s. Me produciría placer con cualquier equipo pero siendo Newell’s me da mucho más gusto.
—¿Ese equipo hizo que dejara ser importante ganar?
—No, no. Es que nunca dejó de ser importante ganar. Lo que hay es una elección de la forma con la cual querés ganar.
—Pero lo que pasa es que se habla más de cómo se juega que de ganar o no.
—Pero está bueno de que se hable de cómo se juega. En este caso los periodistas lo que tienen que hacer es “bueno vamos a hablar del Newell’s de Bernardi o del Central de Coudet. Cómo quiere jugar el Central de Coudet o el Newell’s de Bernardi”. Yo si fuera periodista es lo que haría.
—Te gusta ese rol.
—No, pero lo que creo es que ustedes tienen que dejar de lado los gustos personales para pensar en lo que le gusta al entrenador y ver si eso que al entrenador le gusta el equipo lo está siendo. Desde ese lugar hay que hablar, porque si no nunca nos vamos a poner de acuerdo. Por ejemplo, a vos te gustan los equipos que ganan, y si ganan mejor, después a lo otro lo vemos.