Miguel Angel Russo trabaja y analiza pensando en el partido ante Racing. Por ahí con algunas consideraciones especiales, que hacen a la ofensiva del equipo. Se trata de una conjetura que tiene como sustento lo acontecido ante Olimpo, partido en el que Carlos Luna fue suplantado en el entretiempo por Gonzalo Castillejos, que lejos estuvo de ser una solución al problema que evidenció el Canalla en la búsqueda del triunfo. Por eso se especuló (aún se hace) con el posible retorno de Sebastián Abreu, quien se repone de una lesión. Todo esto no hace otra cosa más que poner sobre la mesa otro tipo de análisis, que tiene que ver con lo que fue el accionar del equipo en materia ofensiva a lo largo del campeonato. Algo que, sin dudas, abraza otros ingredientes, como la forma de juego llevada a cabo, en el sentido de si ayuda o no a los atacantes de turno.
Hasta aquí puede resumirse que el entrenador probó demasiado y que no hubo ninguna dupla de ataque que se consolidara.
Antes del inicio del torneo se hizo referencia a que Central estaba relativamente bien cubierto en ese sector. Que contaba con una cantidad importante de delanteros, lo que le otorgaba al DT la chance de apelar al recambio, un punto que siempre es visto con buenos ojos. Y de hecho Russo probó. Con todos. Después, los bajos niveles, las suspensiones, las lesiones y demás yerbas colaboraron para que esta rotación se acentuara.
Y en esto de lograr que los puntas se transformen en la cara visible de los buenos resultados, Central quedó, en cierta forma, en deuda.
De los cinco atacantes utilizados (Medina generalmente fue opción como volante por derecha) no hubo ninguno que pudiera marcar el paso goleador. Franco Niell, con tres conquistas, es quien más anotó. El resto, todos dos goles, a excepción de Gonzalo Castillejos, quien aún no marcó en el torneo.
Es a partir de esto desde donde puede elaborarse la primera gran hipótesis sobre si el equipo siempre jugó en función de sus delanteros o si hizo que esos mismos jugadores terminaran siendo víctimas de la maquinaria futbolística empleada.
Todo fue en períodos bien marcados. Es que cuando Abreu fue titular, al Canalla las cosas parecieron simplificárseles. En ese lapso el equipo había encontrado una forma de juego clara. Que podía no ser tan vistosa ni contar con destellos dignos de elogios, pero que casi siempre acarreó buenos dividendos. Sin el uruguayo fue otra cosa.
Lo del sábado en el Gigante tal vez sea un buen ejemplo. Luna fue el principal receptor de todos los pelotazos que partieron desde el fondo, obligado a debatirse en el cuerpo a cuerpo contra los zagueros. Casi siempre perdió. Por eso se quedó en el vestuario en el entretiempo para dejarle el lugar a Castillejos, quien terminó padeciendo lo mismo.
¿Es el sistema de juego lo que complica la labor de todos ellos? ¿Se los exige para llevar a cabo una tarea demasiado sucia? ¿No son lo suficientemente abastecidos y de la manera más adecuada? Interrogantes que se desprenden de una apuesta que se tornó una constante por eso de no llegar a campo contrario munido de una estructura bien pulida.
Oportunidades no faltaron. Para ninguno. Es que todos jugaron prácticamente la misma cantidad de partidos (contando entre los que fueron titulares e ingresando desde el banco de suplentes).
Castillejos está algunos encuentros por debajo, pero el resto participó en casi todos los partidos disputados.
Con el torneo a punto de bajar el telón, ese rótulo de delantero goleador no le cabe a ninguno, atendiendo, por supuesto, que con lo hecho al equipo le alcanzó para lograr con antelación el objetivo que se había propuesto.
Para las dos fechas que restan, pero sobre todo para lo que vendrá, valdrá el análisis sobre si es menester modificar algo. A la luz de los números, ese salto de calidad que el entrenador está pergeñando tal vez seguramente incluirá lograr que los delanteros jueguen en función de equipo, pero que el equipo también lo haga para ellos.