¿Podrá Argentina estar a la altura? La pregunta del millón. La que se hacen todos. Y desde mucho tiempo ya. Sólo que ahora, con el triunfo ante Chile y un tercer puesto que lo pone entre los clasificados para Rusia 2018, el interrogante se potencia. Y le abre una mínima cuota de confianza a un equipo que hasta aquí demostró que le va a costar horrores meterse en sintonía para hacer del último tramo de las eliminatorias sudamericanas un trámite relativamente sencillo. Hay algo que debe cambiar. En realidad es bastante pronunciado el salto que debe dar para alinear rendimientos individuales con funcionamiento colectivo y que todo ello se traduzca en la solidez hasta aquí buscada y prácticamente nunca encontrada. Así, lo que viene es un camino que estará signado por la lógica obligación de lograr un pasaje al próximo Mundial, pero todo será en el medio del enorme desafío de alcanzar el objetivo sin penurias de por medio.
Hay miles de formas de interpretar el fútbol. Por eso cada uno lo hace de la manera que le parece la más adecuada. Se hace referencia a esta idea para enmarcar lo que fueron las declaraciones del Patón Bauza tras el partido ante Chile. Ese "hicimos un partido brillante" de parte del entrenador del equipo argentino sonó a chiste, a cargada, a chicana. O quizá fue una mera demostración, simplemente discursiva, de compromiso hacia un grupo que tampoco está demasiado acostumbrado a convivir con las críticas. Y como el Patón es parte de ese grupo enjuiciarlo sería demasiado. Además, se sabe que en términos legales (este no es el caso, por supuesto), nadie está obligado a declarar en su contra. Bauza no quiso atentar contra él ni su equipo. Sí sería preocupante si tanto el director técnico como los jugadores (nadie sabe qué análisis hicieron del partido porque mantienen la veda con la prensa) están convencidos de esa brillantez a la que se hizo referencia. Si sucede eso, el crecimiento será terriblemente más complejo del que uno pueda imaginarse.
Ahora sí. El interrogante aparece. Casi por decantación. Y se entremezcla de manera indefectible con el potencial que este equipo tiene, pero del que deberá amigarse de una vez por todas.
Bauza dijo también en la conferencia de prensa pospartido que Argentina no es Messidependiente. De ser así el espíritu colectivo debiera oficiar de contenedor. Pero no parece ser el caso. Porque cuando Leo no estuvo, Argentina fue un equipo del montón y el jueves en el Monumental, con un Messi de actuación discretísima, no hubo forma de que el conjunto saliera a bancar la parada para disimular las miserias futbolísticas.
No es lo mismo jugar con la desesperación de ver al menos cuatro equipos (en el mejor de los casos) por encima en la tabla que hacerlo sabiendo que se goza de la "calma" de estar (hoy) entre los clasificados. No parece poca cosa. Es a partir de ahí que se impone un salto de calidad. Porque sin fantasmas que acosen, bien podría hacerse que el instinto de superación que seguramente existe y del que nadie duda se transforme en una realidad. Se trata de un beneficio no menor. Si no habría que preguntar a Chile sobre qué es lo que siente por estos días, luego de haber llegado al Monumental entre los clasificados y hoy se encuentra fuera de esa línea, incluso sin la posibilidad de jugar un repechaje. Y todo por un resultado.
Ahora bien, ¿qué es lo que invita a pensar que Argentina sacará a relucir su capacidad de equipo fuerte y consistente si hasta aquí, en cada partido, el sufrimiento viene sacando varios cuerpos de ventaja? Una respuesta lógica podría ser: el talento de muchos de sus jugadores. Pero ocurre que la mayoría de ellos del otro lado del océano la rompen y acá les cuesta. Y eso compete exclusivamente a Bauza. Es que en un equipo con ideas claras, la aproximación al ideal futbolístico debiera ser más sencilla. Sólo un caído del catre podría afirmar que con técnicos anteriores esos futbolistas rendían en la selección de la misma forma que lo hacían en sus respectivos equipos. Hace tiempo que eso no ocurre. Pero, dicen, mal de muchos, consuelo de tontos. Por eso hoy es Bauza el encargado de moldear el equipo.
"Quien salga bien parado de esta doble fecha habrá dado un paso importante hacia la clasificación" recitó el Patón en la previa de Chile. Se sabe que en el mundo del fútbol 2 más 2 no siempre es 4, pero no desprestigia la buena lectura que hizo el DT. No obstante, entre la teoría y la práctica suele haber una gran diferencia. A la doble fecha aún le falta un partido y a Argentina le toca viajar nada menos que a La Paz, donde generalmente se presentan partidos atípicos. Pero eso no va en desmedro de la situación de privilegio que otorga el tercer puesto. De eso debiera valerse el equipo para soltar amarras y empezar a navegar por aguas más calmas.