A tres fechas del final, el organigrama de lo que será el armado del futuro plantel tendrá un valor importante, amén de que haya aún puntos en juego y que toda la atención quiera centrarse en los choques ante Banfield, Talleres y San Martín de San Juan. De hecho ya se confirmó que Mauro Cetto será el mánager. Es que lo que viene es el libro de pases en el que Montero podrá disponer de mayores alternativas, porque en el último receso sólo hubo lugar para dos nombres. No obstante, en los meses que lleva como técnico de Central, el uruguayo supo sacarle más provecho a muchos de aquellos refuerzos que habían llegado de la mano de Eduardo Coudet y que no tuvieron el tiempo en cancha que muchos esperaban. También es cierto que en el semestre pasado se hizo mucho hincapié en la Copa Argentina, torneo en el que siempre se jugó con lo mejor que había, relegando a un segundo plano el torneo local, lo que implicó que algunos jugadores tuvieran menos participación.
Hay un par de casos emblemáticos, como lo son los de Washington Camacho y Teófilo Gutiérrez. Ambos jugaron más, al menos de titular, con Montero que con el Chacho en el torneo local. Uno se transformó en el goleador y el otro en muchos partidos alcanzó el nivel que se esperaba. Hasta Gustavo Colman, uno de los futbolistas que siempre pareció uno de los niños mimados de Coudet, encontró mucha más continuidad en este proceso que en el anterior.
De allí se entiende que a los tres se los quiera retener, aunque el caso del colombiano es más difícil, ya que Sporting de Lisboa (club dueño de su pase) tiene intenciones de venderlo. Por Camacho ya se hizo uso de la opción y con Colman está todo acordado, aunque el futbolista debe resolver algunas cuestiones personales. Pero no es el caso entrar en el detalle de cada negociación hoy, sino en entregar un pantallazo de lo que el fue el comportamiento de muchos futbolistas que en su momento llegaron como refuerzo sin encontrar continuidad ni rendimiento y que, con el cambio de entrenador, se potenciaron.
Por supuesto que hubo muchos otros futbolistas que todo lo que jugaron lo hicieron con el Chacho y que allí se les terminó la vida en Central. Torsiglieri por ejemplo se fue cuando llegó Montero y Gissi fue guardado a propósito. Burgos (ya estaba en plantel) y Menosse iban camino a eso, pero ciertas necesidades y urgencias hicieron que se echara mano nuevamente a ellos. Fue toda una apuesta sacarlos del ostracismo y ponerlos nuevamente en carrera.
Para llevar adelante un semestre como el que está protagonizando Central es condición sine qua non que haya un rendimiento parejo del equipo y, generalmente, para que ello suceda las individualidades también deben aportar lo suyo. Sin importar qué cosa provocó la otra, con el correr de los partidos varios futbolistas se fueron afianzando y no sólo elevaron su nivel, sino que se transformaron en los pilares del equipo. En este marco no puede dejar de insistirse en los casos de Camacho y Teo Gutiérrez. Incluso Diego Rodríguez encontró la continuidad necesaria, antes claramente poco viable porque en el momento que Coudet decidió traerlo el Ruso debía competir con Sebastián Sosa, quien por ese entonces era el titular.
Después fue el turno en el que Montero tuvo que ser el encargado de apuntar y decidir sobre los refuerzos, con la particularidad de que había sólo dos cupos. Los dos que llegaron (José Leguizamón y Federico Carrizo) tuvieron prácticamente una asistencia perfecta. Sólo el paraguayo faltó un partido debido a una suspensión. Y más allá de si los rendimientos fueron buenos o malos, lo que hubo en estos casos fue un convencimiento primero sobre que eran los indicados para llegar y una firme apuesta por los dos, que hizo que estuvieran casi siempre en cancha.
En la nueva etapa que se viene, todos trabajarán para estar a la altura. Ya con la figura del mánager constituida (será Mauro Cetto), Montero tendrá la chance de sumar más nombres, porque el reglamento esta vez se lo permite, y acertar como lo hizo en el último receso. Por lo pronto, el uruguayo hasta aquí demostró que supo darle una vuelta de tuerca a muchos otros nombres cuyos rendimientos no parecían estar a la altura de un refuerzo.