Pablo Gastón Echavarría está pasando uno de sus mejores momentos a nivel arbitral. A los 40 años se transformó en juez internacional y el domingo dirigirá por primera vez el clásico rosarino. El hijo de Carlos, que es médico y psiquiatra, y de María Elena, bioquímica, hizo un repaso de su historia, sus inicios en el arbitraje y contó sus impresiones de cara al partido del domingo.
¿Qué sensaciones tenés con el momento que estás viviendo?
En lo personal estoy más que feliz. Obtuve la chapa de árbitro internacional hace poco y terminé un gran año en 2021 con partidos muy importantes. Vengo de hacer esta semana una pretemporada en Paraguay con Conmebol y uno se prepara de la mejor manera. Este tipo de partidos como el clásico rosarino entre Central y Newell’s es uno de los objetivos que tiene cualquier árbitro. Es un desafío muy grande y estoy muy contento porque va a ser la primera vez que me toque jugar este clásico tan pasional. Antes de empezar el arbitraje veía estos partidos en mi casa y jamás se me pasó por la cabeza que podía ser parte de esto dirigiendo en una cancha de fútbol. Voy a tratar de disfrutarlo. Aunque eso se hace en la previa y después del partido. Porque dentro de los 90 minutos hay que estar muy concentrado porque seguramente el marco va a ser imponente. Vamos a dar con mis compañeros lo mejor para que los protagonistas sean los jugadores para que después del clásico se hable de ellos y que nosotros pasemos lo más desapercibidos posible. Estoy con muchas ganas y quiero que llegue el domingo para poder estar allí.
¿Esperabas esta repercusión apenas te designaron?
Cuando me bajé del avión que me trajo de Paraguay tenía más de 70 mensajes. No me sorprende la repercusión porque sabemos lo que significa este partido para la ciudad de Rosario. Es normal. Son dos equipos que paralizan a la ciudad y esperemos estar preparados para estar a la altura de las circunstancias y que sea una verdadera fiesta.
¿Cómo arrancaste en el arbitraje?
En 2001, cuando tenía 19 años, vine a Córdoba a estudiar en la UTN la carrera de Ingeniería Química. En segundo año me metí en el centro de estudiantes y organizamos un campeonato interno para integrar a los alumnos. Para abaratar costos de los árbitros empecé a dirigir. Siempre miré fútbol. Tenía conocimientos, pero no sabía todo el reglamento. Una vez mi viejo me vino a visitar desde el sur y me dejó un papelito con unos números de teléfono para hacer los cursos de árbitros en Córdoba. Así arranqué, de rebote. Y a medida que fue pasando el tiempo me fui apasionando con esta profesión y capacitando. Hice el curso provincial y nacional. Esto fue en 2010 y había muchos chicos de Rosario. Luego ingresé a AFA y comencé a dirigir en el Federal A y Nacional B. Por suerte llegué a primera y hoy soy internacional. La carrera del árbitro es como la del jugador. Se empieza desde abajo y no todos llegan porque a medida que se va subiendo hay menos lugares y las cosas son más difíciles. Por eso soy un afortunado de dirigir en el fútbol argentino que es muy competitivo y muy visto en todo el mundo.
¿Qué otros trabajos tuviste?
Yo nací en Puerto Belgrano, en 1982, en la base naval. Mi padre Carlos, en la época de la guerra de las Malvinas estaba como médico en Bahía Blanca y fue voluntario en esa base. De allí me fui a Río Turbio y cuando mis padres se separaron me fui a vivir a Viedma. Cuando terminé el secundario arranqué para Córdoba. Allí trabajé tres años en Renault en la línea unificada donde hacía los ensambles. Soy licenciado en higiene y seguridad. Como te decía antes, había comenzado a estudiar ingeniería química pero en tercer año me cambié a la otra carrera porque había arrancado con el arbitraje por la carga horario. Me surgió un trabajo en Coca Cola en higiene y seguridad, pero tuve que renunciar porque viajaba mucho con los partidos del Federal A. Así que luego me fui a Pepsi, pero más freelance sin horarios. Hace casi tres años que estoy de lleno en el arbitraje.
¿Cuánto tiene que ver la colaboración de los jugadores y los entrenadores para que la tarea del árbitro sea eficiente?
Muchísimo. Pero nosotros desde que arrancamos con esta carrera sabemos que el fútbol se vive con mucha pasión y que los jugadores siempre intentan sacar un poco de ventaja simulando, queriendo engañar árbitro o haciendo trampa. El fútbol argentino se caracteriza también por las protestas. Pero hay que estar atento. Cuando hay colaboración de los protagonistas nuestra tarea es más sencilla. Es importante dirigir acá y uno se da cuenta cuando vamos al exterior a arbitrar Libertadores o Sudamericana porque nos respetan mucho.
¿Qué mensaje le dejás al pueblo rosarino en la previa del clásico?
Que disfruten y que entiendan que es un deporte. Es uno de los clásicos más importantes del país y en el exterior los otros árbitros nos dicen lo lindo que debe ser dirigir en el Gigante o en el Coloso. Eso nos hace tomar dimensión de dónde estamos. Es muy lindo ver el estadio lleno. Más lindo sería con las dos hinchadas. Lamentablemente hoy no se puede, pero hay que dar el ejemplo para que en el futuro, cuando haya público visitante, el clásico rosarino sea noticia por lo bien que se jugó y por lo bien que se comportó la gente y no por la violencia. Ojalá que tengamos un buen espectáculo.
El curioso dato que une a Echavarría con el clásico rosarino
Pablo Echavarría nació el domingo 7 de marzo de 1982, en la base naval de Puerto Belgrano. Ese mismo día, Newell’s y Rosario Central, en el parque de la independencia, jugaban el clásico rosarino por la 5ª fecha del Nacional 1982. El triunfo fue para los rojinegros por 2 a 1. Héctor Chazarreta, de cabeza, a los 36 minutos abrió la cuenta para los canallas, mientras que Santiago Santamaría, de penal a los 66’ tras una falta de Alfredo Killer sobre Víctor Ramos; y a los 77’, con un tiro libre, venció a Daniel Carnevali.
El equipo dirigido por Juan Carlos Montes formó con: Víctor Civarelli; Francisco Azzolini, Sergio Giovagnoli, Adrián Lanzoni y Alberto Meo; Juan Acosta Silva, Gerardo Martino y Roberto Viglione (46’ Almirón); Víctor Ramos, Rubén Fernández (65’ Jorge Gabrich) y Santiago Santamaría.
Los once de Angel Zof formaron con: Daniel Carnevali; Juan Carlos Ghielmetti, Sergio Céliz, Daniel Kuchen y Alfredo Killer; Adelqui Cornaglia, Daniel Sperandío (José Raúl 80’ Iglesias) y Héctor Chazarreta; Pedro Argota, Washington Villar (68’ Walter Maladot) y Eduardo Delgado.