Hay momentos en la vida en los que las preguntas parecen no encontrar respuesta en ningún ámbito. Sólo se avanza con la fuerza de la fe. El destino puso a Pablo Alvarez a prueba. Y no deportiva. Su esposa pasó un momento crítico en materia de salud. El efecto colateral lo llevó a estar fuera de las canchas por tres meses. No obstante, y ahora con las aguas más calmas en casa, el defensor volvió ante Independiente al ruedo. No fue un domingo más por diversos factores. Aunque eso no es lo más saliente en su interior. El polifuncional le aseguró ayer a Ovación mientras disfrutaba del calor de su hogar en Buenos Aires que aprende mucho de su mujer. “Es una enseñanza constante la que me brinda en el día a día. Es el motivo de seguir luchándola y peleándola. Lo extrafutbolístico hizo que vea cosas de otra manera”, remarcó el ex Catania como dejando sentado además que hay cicatrices que no se ven, y sin dudas se llaman recuerdo.
—¿Cómo viviste esta vuelta después de tres meses y muchas cosas que te pasaron a nivel personal?
—Viviendo lindas sensaciones. Y después de partido un poco dura porque merecíamos más que un punto ante Independiente. De hecho hicimos figura a su arquero. Pero más allá de eso debo admitir que fue un lindo domingo por varios motivos.
—¿Cómo cuáles?
—Y, volví a jugar, a eso hay que sumarle el agradecimiento que me dio la gente en cierto momento como también el apoyo de mis compañeros, quienes vienen haciendo todo para llevar esto que me toca vivir de la mejor manera.
—¿Te pudiste concentrar?
—Lo que pasa es que pasé un momento muy especial porque no me esperaba la ovación de la gente y eso es como que te lleva a otro lado, a pensar un poco en todo. Sinceramente fue un lindo momento, que es muy difícil de explicarlo, sobre todo cuando lo siente uno.
—¿Sos consciente de que la gente de Central no suele darle una ovación a un jugador que no nació en el club?
— Sí, y por eso lo valoro muchísimo más. Repito algo que dije cuando llegué, es un orgullo estar en esta institución.
—¿Y la familia cómo lo vivió y desde dónde?
—Lo vieron todo por televisión. No puedo trasladar a mi esposa e hijas, pero sí estuvieron en el estadio mis hermanas y amigos, y eso también fue muy emotivo.
—¿Coincidís que cuando venís de padecer un golpe como el que tocó hace poco es cuando querés que los tuyos te esperen a la salida del vestuario para poder abrazarlos y sentir que están todos unidos luchándola?
—Sí, pero la verdad es que mi familia siempre está. Es más, son mi pilar, los que me sostienen en todo momento y permiten que las cosas se me hagan más fáciles en la cancha.
—Muchas veces mencionaste la garra que le pone tu mujer en el día a día, ¿el domingo la pusiste vos?
—Y, aprendo mucho estando a su lado....
—¿Es como que te da lecciones o enseña nuevos valores?
—Totalmente. Es una enseñanza constante la que me brinda en el día a día. Es el motivo de seguir luchando y peleándola.
—¿Sentís que el jugador está acostumbrado a otro presente y cuando pasa por determinadas cuestiones es recién ahí que aprende a valorar otras cosas?
—Es mi caso, lo extrafutbolístico hizo que vea las cosas de otra manera. Pero por suerte cuando entro a la cancha me olvido de todo. La verdad es que estoy muy contento y agradecido de poder haber vuelto a una cancha para hacer lo que amo.