Se llevaron indumentaria, botines, pelotas y rompieron puertas. No es la primera vez que pasa
Se llevaron indumentaria, botines, pelotas y rompieron puertas. No es la primera vez que pasa
Es la historia de nunca acabar. Como si fuera una broma de mal gusto, nuevamente Central Córdoba sufrió un robo en sus instalaciones. No es la primera vez, ya que lo mismo sucedió en años anteriores. En esta ocasión, delincuentes ingresaron la madrugada de ayer al estadio Gabino Sosa y robaron camisetas, pelotas, botines y otros objetos de la utilería. Y no sólo eso, sino que también rompieron puertas y parte del túnel de acceso al campo de juego.
A la vez, el presidente de la institución charrúa, Carlos Lancellotti, dijo que "el que ingresó fue directamente a la utilería para llevarse las camisetas y dejaron cosas que son de más valor". También anticipó que discutirán junto a la comisión directiva la posibilidad de "instalar una alarma monitoreada y aplicar otras medidas, porque no es la primera vez que hay un robo".
Quien se dio cuenta de que algo raro pasaba fue el canchero, que iba a trabajar como lo hace normalmente sobre el terreno de juego y allí notó que estaba la puerta del túnel abierta y que había ropa deportiva tirada sobre la cancha.
"Rompieron unas puertas interiores, se llevaron seis pelotas, un juego alternativo de camisetas blancas y también pantalones, radios y tres pares de botines. Igual diría que la sacamos barata", confió Lancellotti. La denuncia por la sustracción quedó radicada en la comisaría 16ª.
En 2011 se vivió una situación similar. En aquel momento, tres hombres se llevaron gran cantidad de ropa deportiva y botines de las instalaciones del estadio. Por ese hecho fueron detenidos dos personas mayores y un menor, a quienes se le secuestró parte de lo que había sido robado. El mismo hecho se repitió en el 2012.
En 2013, malvivientes rompieron los vidrios del gimnasio y se robaron indumentaria, bordeadoras y máquinas de mantenimiento del campo de juego.
En 2014 también ingresaron al club y rompieron materiales. Ya se volvió una triste costumbre.