Otro revés para un equipo light

Minuto 87. Burgos ingresa al campo. Lo hace en lugar de Gustavo Colman, que se fue pateando cuantas cosas encontró a su paso. El ex Godoy Cruz no encaró hacia su propio arco, a ocupar la posición que conoce. Fue hacia el otro. A pararse de centrodelantero, con la intención de pescar alguna pelota aérea y, por ahí, calzarse el traje de héroe. Es más fácil arrancar por el final para explicar el principio y el desarrollo de una película con escasísimos argumentos que expuso ayer Central en Sarandí y que fue motivo de un nuevo traspié, que puede no doler por ese pensamiento que está enfocado más en Nacional de Medellín, pero que pintó también una realidad. Derrota 1 a 0 sin atenuantes.

Aquellas deficiencias que Central mostró contra Gimnasia, con un muletto muy parecido al de ayer, se extendieron hasta Sarandí. Poco entendimiento, nulo control del balón y bajo vuelo futbolístico. Al menos en ese inicio en el que Arsenal, con poco, se las ingenió para arrimar algo de peligro. Fundamentalmente porque la mitad de la cancha contenía poco y nada y Colman la perdía más de lo que la entregaba de manera correcta. Lo hizo una vez y Sánchez Sotelo encaró solo para meter un remate que se fue por encima del travesaño. Y repitió a los pocos segundos para embarullar una jugada en la que Cetto además de despejar cometió una tonta falta sobre Vella. Penal. Y Bellocq se encargó del resto.

Hasta ahí el Canalla no jugaba, regulaba. No atacaba, avanzaba. Siempre a una marcha demasiado lenta, sin sorprender. El "vamos loco, dejemos de caminar", que se escuchó fuerte y claro de parte del Chacho fue la postal más clara de esa anemia futbolística que su equipo paseaba por Sarandí.

El palo izquierdo del Melli García le hizo un guiño a Central en esto de seguir a tiro del resultado. Ya había muchos más méritos por parte de Arsenal que de un Canalla que atacaba livianito y defendía mal. Apenas una arremetida de Jonás Aguirre sobre el final que terminó con un remate alto fue lo que ofreció Central. Poco. Demasiado poco aun tratándose de un equipo de emergencia.

El enroque de posiciones que dispuso Coudet tras el reinicio, con Becker más arriba y Delgado arrancando desde más atrás con la intención de fortalecer la generación de juego tampoco dio resultado. Becker duró sólo 10 minutos más en cancha. Y eso que Arsenal resignó un poco el balón. Pero el tema fue que Central no supo qué hacer con él. Todo se remitía a algún que otro arresto individual. Como aquel pase profundo de Colman que dejó a Jonás Aguirre casi en posición de gol, aunque el disparo cruzado fue bien interceptado por Pellegrino. Era lo primero más o menos serio que generaba el Canalla en ofensiva.

Y tuvieron que pasar algo más de 20 minutos para ver otra acción de riesgo por parte de Central, cuando Migone le quemó las manos a Pellegrino. Pero claro, si a esa altura el Canalla se mantuvo a tiro fue porque García se había anticipado a Sanabria para imponerse en el mano a mano y porque Vella, que tuvo todo para hacer el gol de su vida, definió como lo que es: un marcador de punta. Incluso García tapó un tiro de Corvalán.

El resto fue nerviosismo, más imprecisiones. Y todo eso un gran desconcierto enrojecido con la expulsión de Battaglia que hizo retroceder a Burgos al medio y a apostar al milagro. Que nunca llegó.