El estadio Maracaná de Río de Janeiro será la joya del Mundial de 2014 y ayer por primera vez fue escenario de un partido oficial tras su reinaguración, dejando atrás una reforma integral salpicada de retrasos, huelgas, protestas y otros problemas que hicieron temer que no llegara a tiempo para la Copa Confederaciones.
El templo del fútbol brasileño se mostró impecable ayer para el partido amistoso que Brasil e Inglaterra igualaron 2 a 2, ante una multitud que pudo disfrutar de un Maracaná con menos capacidad pero sí de última generación. Las obras comenzaron en agosto de 2010 y aún genera contrapuntos las cifras del costo de la obra, ya que mientras el gobierno brasileño informó que este estadio costó 500 millones de dólares, otras fuentes duplican esa cifra.
Con gol de Paulinho a los 82’, Brasil empató ante los ingleses y así los anfitriones evitaron perder en el primer partido del remozado estadio. Fred puso en ventaja a Brasil a los 57’, Inglaterra dio vuelta el marcador mediante Chamberlain y Rooney, a los 67’ y 79’.
Alrededor de 66.000 aficionados acudieron al Maracaná, aunque la nueva capacidad es de 79.000 espectadores.
La realización del partido estuvo en duda la semana pasada cuando un tribunal ordenó la suspensión del encuentro por motivos de seguridad. Al final se pudo realizar luego de que una jueza anuló la orden judicial previa.
La confusión puso nuevamente en evidencia la amalgama de costos desorbitados y demoras en la construcción de los estadios con miras a la Copa Confederaciones, que arranca dentro de dos semanas como ensayo para el Mundial del año próximo.
El Maracaná será sede de la final de la Confederaciones el 30 de junio y de la final del Mundial.
La remodelación hizo del Maracaná uno de los estadios más modernos del mundo pero disgustó a los nostálgicos, puesto que solo se conservó intacta la fachada original del coliseo, que albergó a 200.000 espectadores en la final del Mundial de 1950.
Los dos antiguos pisos de plateas ovaladas cedieron su lugar a una tribuna contínua, más cercana al césped y sin puntos ciegos, pero que ha obligado a reducir la capacidad hasta 78.838 localidades, 76.935 en competiciones organizadas por Fifa.
El Maracaná, cuyo nombre oficial es Jornalista Mario Filho, recibió la certificación Leed, que distingue a los proyectos sostenibles.
Blatter ahora duda de la organización
Joseph Blatter está muy preocupado. Es que la organización brasileña para la Copa Confederaciones presenta falencias en materia de infraestructura, por eso el presidente de la Fifa expresó ayer públicamente sus dudas sobre el acontecimiento futbolístico que transcurrirá entre el 15 y 30 de junio. Y los cuestionamientos los formuló a manera de preguntas.
1) ¿Cómo llegarán los hinchas a las ciudades?
2) ¿Cómo será la recepción en los aeropuertos?
3) ¿Habrá capacidad hotelera?
Estos fueron los interrogantes que se planteó Blatter en una entrevista que le concedió al diario O Estado de Sao Paulo. “Tenemos que ver cómo serán las respuestas. Ese es el desafío para Brasil y para la propia Fifa ahora”, amplió Blatter, quien admitió que “todavía quedan muchas cosas por probar”, sobre la organización del certamen que servirá como previa para el Mundial 2014.
No obstante, el dirigente suizo aceptó que la Copa Confederaciones en la que participarán Brasil, España, Italia, Japón, México, Nigeria, Tahití y Uruguay no atraerá público internacional pese a los esfuerzos de la Fifa por darle un carácter global, por eso se encargó de aseverar que “será un evento brasileño para brasileños”, sin siquiera mencionar la cantidad de entradas que hasta ahora fueron vendidas en el exterior, que se supone es mínima, comparadas con las que se expendieron en el propio Brasil, que ronda el 97 por ciento del total disponible.