Newell’s es como un bebé que está aprendiendo a caminar. Se levanta y se
cae, así sin escalas intermedias. Por lo menos eso es lo que le pasó a lo largo de todo el
Apertura, donde despertó grandes ilusiones y esperanzas de protagonismo. Le faltó la regularidad
necesaria en estos casos para poder caminar el torneo sin detenerse ni tropezar
inesperadamente.
En casa fue una cosa, porque siempre estuvo de pie y sonriente mostrando su
mejor cara en casi todos los partidos.
Otro semblante diametralmente opuesto ofreció cuando salió de visita, porque
padeció sufrimientos y vivió a los tumbos dejando una imagen opaca, casi desconcertante por
momentos.
Tan es así que esta última en La Ciudadela dejó sin habla a Fernando Gamboa.
Quizás no tuvo palabras para explicar lo inexplicable. Es que en Tucumán, el
equipo rojinegro careció de todo un poco: de fútbol, de ideas...
O tal vez prefirió el silencio para no ser hiriente a la hora de brindar su
análisis (en otras ocasiones no tuvo pudor a la hora de criticar un funcionamiento, algo que dolió
claramente en el seno del plantel).
Seguramente optó por dejar que las horas consuman en parte su desazón y centrar
toda su energía en la escala final del torneo llamada Racing, un necesitado que vendrá por
puntos.
Precisamente en esta presentación de despedida la Lepra necesita volver a
ponerse de pie y dar el último paso hacia el objetivo buscado.
Superar la barrera de los treinta puntos y mejorar la campaña anterior del
verborrágico Caruso Lombardi, quien reapareció la semana pasada para contestarle a Gamboa (dijo que
el juego que proponía era defensivo) diciendo que "con un técnico Newell’s era campeón".
Y sí, aunque nadie se anime a reconocerlo en público, la prioridad del cuerpo
técnico y el plantel es sumar en el Apertura más que lo que sumó Richard.
Una cosa llevará a la otra, porque si eso se logra el equipo terminará ubicado
en el quinto puesto. La mejor posición a la que puede aspirar entre los que están bien arriba.
Luis Castro
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