Asume el reto. También las responsabilidades. Néstor Ortigoza parece estar a tono con lo que espera y puede ofrecerle a la particular comunidad de Central. El Gordo recibió ayer plácidamente a Ovación. Y entre mates de por medio y una suave brisa que recorrió su cálido hogar durante un buen lapso fue abriendo su sincero corazón. "Sé que no tengo más margen de error. Ya me dieron el changüí. Y me hago cargo de eso", desprendió el exquisito volante a modo de prólogo y sin esquivar a la realidad que lo envuelve. "Vine a sumar y a lograr objetivos. No soy un jugador que vino de paso. Quiero dejar una marca. Y para lograrlo tengo que lograr cosas. Ojalá pueda hacerlo. En los clubes que estuve dejé una huella y ganar algo. Así que porqué no hacerlo acá. Con el cuerpo técnico, grupo e hinchada que tenemos porqué no podría pasar algo lindo en este gran club", describió basándose en su extenso y rico palmarés mientras sus negros ojos lucieron un brillo espontáneo segundos antes de hacer la pausa justa para que el pensamiento recorra su imaginación.
"Sé también que esto recién arrancó, no hay que desesperarse. A la vez nos tenemos que hacer la cabeza de que debemos hacernos fuertes de local porque tenemos la ventaja de que siempre jugamos con la cancha llena, y eso hay que aprovecharlo además de disfrutarlo", acotó el Gordo en medio de la tranquilidad que ofrecía su morada.
¿Cómo tomás este nuevo desafío teniendo en cuenta los contratiempos que tuviste el semestre pasado?
Muy bien. Lo que pasó ya quedó atrás. Y con esto me refiero a las lesiones, que en realidad es algo que no puedo manejar. Pero ni yo, ni nadie. Ninguno entrena para lastimarse. Me tocó pasar esos momentos duros, pero los superé. Pasé tiempos difíciles sinceramente, aunque dirigentes, compañeros y cuerpo técnico me bancaron mucho durante esas semanas. Ahora vengo bien y espero seguir así.
¿Te sentís que estás para ser ese conductor que quiere Bauza y tanto necesita Central?
Sí porque me siento bien y estoy con muchas ganas. Además, la gente me da confianza. Creo que por mi carrera y personalidad, el hincha espera ese plus mío. Pero por suerte me siento capacitado, bien físicamente y muy bien de la cabeza. Estoy contento, que es algo importante también porque uno siempre mira las cosas con mayor optimismo.
¿Central es como pensabas o te sorprendió algo?
Lo que genera Central no me sorprendió para nada. Quizá sea porque sé lo que es estar en un club grande y saber las exigencias que hay en el día a día. Me pasó en San Lorenzo, que llegué y peleamos la promoción. Nos salvamos del descenso y al tiempo ganamos el campeonato. Después todos nos puteaban porque querían la Copa Libertadores. Era como que ya nadie se acordaba de lo habíamos hecho, sufrido y ganado. Todos querían ganar la Copa como sea. Por suerte lo conseguimos, aunque no fue de un día para el otro. Costó, pero se conquistó. Al estar en un club grande tenés presión en todo momento. Además, cada vez que venía al Gigante sabía a lo que nos íbamos a enfrentar. Trato de disfrutar lo que se vive acá, esa es la realidad. Central es un equipo que lleva mucha gente y además está claro que tiene la necesidad de ganar algo. Pero para llegar a ese objetivo no podemos ir al ritmo de la locura. Me parece bien que la gente pida, pero como jugador debo transmitir otra cosa desde mi lugar. Lógico que todos queremos lo mejor, eso no entra en discusión.
¿Te adaptaste a lo que es el mundo canalla?
Sí, en ese sentido estoy muy bien. La gente por ahí me puteó en su momento no porque quería que me vaya por las lesiones sino porque quería que jugara de una vez. Al menos entendí eso porque siempre me brindaron mucho cariño. Siento que esa es la realidad. Ahora sé que no tengo más margen de error. Ya me dieron el changüí. Y me hago cargo de eso, eh. La gente está esperando cosas de mí y lo tengo en claro. Y asumo la responsabilidad. Cada vez que entro a una cancha, puede errar un pase o fallar en una marca aunque jamás negocio la entrega. No me pesa esa presión. Al contrario, la agarro y asumo porque me gusta. Todo cada día como una final. Y en eso no cambio.
¿Parece que tenés en claro que no hay margen de error?
Por supuesto. Soy realista. Además, no tengo porqué andar mintiendo o diciendo cosas que no son. Sé que si juego mal un partido, las críticas van a estar. Y habrá que aguantársela llegado al caso. Porque como también me gusta que aplaudan como el otro día ante Banfield, me la tendré que bancar si viene la mala. En esto no hay verso. Por eso lo importante es estar tranquilo y a la vez pelear algo. Porque así como digo una cosa, también digo que quiero ganar algo.
¿Se puede ganar algo?
Sí, seguro.
¿La Copa Argentina sería lo más real debido a que es un torneo corto?
No hay nada difícil. Acá hay que proponerse algo e ir partido a partido. Hoy en día no voy a decir «voy a salir campeón» porque es algo difícil de asegurar. No es sencillo salir campeón. De 30 equipos sólo uno lo logra. Pero lo que veo es que se armó un lindo grupo como para lograr cosas importantes. Y mirá que estuve en varios planteles y ví de todo. Tenemos además la ventaja de que tenemos un entrenador como el Patón, que es de la casa. Bauza es una persona que no desespera nunca, sabe la presión que hay pero siempre transmite tranquilidad al grupo. Y esas cosas son fundamentales para un club grande como Central, que debe hacerse fuerte e ir fecha a fecha. El tiempo dirá para qué estaremos. Aunque se armó un lindo grupo y es muy importante. No es un dato menor este.
¿Qué cosas no negociás?
La actitud. Puedo errar un pase. Que me pasen o tener un partido horrible. Pero no correr una pelota o no tirarte al piso es algo que no va conmigo. Eso no lo permito. Además, acá me tiran con los chicos desde la tribuna la gente. Hasta el mudo me putearía. Hay que estar siempre presente en una cancha. No se puede pasar desapercibido. Eso no va.