Ya pasaron los dos grandes. Boca se fue cabeza gacha de Arroyito porque no pudo sostener la victoria, y la enjundia y la actitud de Central lo terminaron dando vuelta con ese valor clave en el fútbol moderno. Newell's se fue con las manos vacías porque más allá de la derrota quedaron un par de soldados heridos que habrá que esperar para ver si llegan al domingo.
En un momento del partido, sobre todo después del gol de Gigliotti, Central parecía destinado a caer en el vértigo enceguecedor que supo caracterizarlo en varios pasajes de este torneo y el anterior. Sin embargo, tuvo la serenidad pero la actitud necesaria como para revertir la historia, lo que lo posiciona desde lo anímico en un lugar inmejorable de cara al clásico del domingo en el Parque.
El canalla se ha caracterizado por los altibajos futbolísticos en lo que va de este torneo y desde que volvió a primera. Claro que el objetivo primordial de consolidar el colchón de puntos necesarios para olvidarse de la tabla de abajo está muy cerca y a veces para la conquista de determinadas metas pueden soslayarse las formas. Números más, números menos, los canallas estarían a seis puntos de esa meta restando ocho fechas para el final del certamen. Algo que le da cierta tranquilidad y resta presión.
Desde lo futbolístico, siempre quedan cosas por corregir. Quizás la falta de precisión sea una de las deudas y ayer la historia podría haber sido otra si se aprobaba esa materia.
Pero apareció lo actitudinal, ese plus tan necesario cuando se queman los papeles, se esconde el libreto y hay que improvisar porque el público se impacienta.
Y Central lo explotó al máximo. "Esto es Central", diría Miguel Russo. Y sí. Y de cara al clásico, más allá de la preocupación que significa esperar para ver si Cachete Acuña llega o no por la contractura que lo obligó a salir del campo de juego, el equipo de Arroyito llega muy bien posicionado desde lo anímico. Que para el clásico no es poca cosa.
Newell's se desenfocó
En este fútbol argentino de cada día, las sorpresas no abundan. O sí, si uno se pone a ver que el económico Colón se encapricha en no bajarse de la punta con un equipo sin figuras, con un club que quiere salir de una profunda crisis institucional y con un planteo futbolístico que no emociona. De todos modos, es uno de los tres equipos que ganó 6 partidos en el presente torneo Final. Y eso algún mérito debe tener.
Sin embargo, el tema es Newell's. Este equipo rojinegro que oscila sus intereses entre el torneo local y la Copa Libertadores, apelando a la rotación y velando por sus jugadores golpeados de cara al clásico, como Bernardi o Víctor López.
Este Newell's del juego respetado y consolidado, y al que muchos partenaires ya no amedrenta con su planteo y se le animan mucho más, hoy está en un momento expectante y en una semana muy especial.
Porque se viene el clásico y ganar o perder ese partido puede condicionar el trabajo de aquí en más.
Ganarlo significará volver a meterse en la conversación, algo que la lepra pareció mostrar desinterés ayer en el Monumental. Tuvo posesión pero la administró de mala manera. No generó situaciones de gol y pareció tener la mente en otro lado. Quizás en el clásico, algo muy potable. Pero se olvidó del presente, del hoy, del día a día, que apenas unas horas atrás era River. Y el millonario lo liquidó.
Newell's quiere tomarse revancha del clásico que perdió en el torneo Inicial 2013 y Berti también debe estar pensando en ganar su primer partido ante el tradicional adversario como DT leproso. Pero tampoco puede olvidarse de Atlético Nacional de Medellín, con quien definirá el pase a la próxima ronda de la Copa Libertadores el próximo jueves. Y con un empate le alcanza. Pero hay que jugarlo. Pero si se gana, mejor.
Desde lo futbolístico, Newell's sigue manteniendo su esquema de control de la pelota para dominar al rival. Sin embargo, el nivel no deseado de algunos jugadores -caso Ever Banega o el paraguayo Cáceres- o la ausencia de otros -a Maxi se lo espera con los brazos abiertos para el clásico-, sumado al desgaste físico se convierten en un cóctel peligroso.
Y que el clásico es otra cosa, también es verdad. Suena como frase hecha, como una excusa para decir desde el llano que en esos partidos no importa cómo llegan los tradicionales rivales. Y es cierto. Las estadísticas podrán mostrar rachas favorables o desfavorables para unos y otros y el día del partido se pulverizan con resultados inesperados. Tanto para unos como para otros.
Se viene el clásico. No hace falta decir mucho más. Hacer análisis es hacer futurología y hablar de quién llega mejor se convierte en una cuestión de números, en algo matemático. Después, en la cancha, el clásico rosarino se convierte en algo indescifrable, en una cuestión meramente pasional, en ese lugar donde el corazón le gana a la razón. Y bienvenido sea. Y en paz, por favor. Esto es fútbol.