Suena a exageración total. Pero es la realidad. Hoy, el clásico Newell's-Central, por la 7ª fecha del Torneo Litoral C, no tendrá público. La jornada, que se llevará a cabo en el estadio Mundialista desde las 10, pondrá cara a cara a las categorías Sub 14, Sub 16, Sub 18, reserva y primera pero no podrá contar ni con los padres de las chicas como espectadores. La medida fue solicitada por ambos clubes, avalada por la Municipalidad y la Asociación de Hockey del Litoral (AHL). Hoy habrá móviles policiales, uno de la Guardia Urbana, una lista ínfima de invitados y las jugadoras llegarán en colectivo o en autos particulares cuyas patentes debieron ser anunciadas con anterioridad.
Originalmente la fecha debía jugarse en Bella Vista, en la cancha de Newell's. Sin embargo, al coincidir la jornada con partidos de chicos por la rosarina, los representantes rojinegros dijeron que no podían garantizar la seguridad de las nenas de Central y sus familiares. Tanto en Newell's como en Central dicen que "el problema son los padres" y que "se genera agresividad". Entrar con una camiseta canalla al predio leproso es considerado carne para los leones.
Luego de barajar varias alternativas, Newell's decidió ceder la localía y pasar a un estadio "neutral", como es el estadio Mundialista. Teniendo en cuenta que Central aún no tiene su propia cancha, la vuelta será en el mismo escenario. Desde la AHL manifestaron que se oyó a los clubes, se entendió la inquietud y se ofreció, de manera gratuita, el uso del estadio para ambos partidos. La Municipalidad, representada en Patricio Campbell, coordinador de eventos especiales de la Subsecretaría de Recreación y Deportes municipal, apoyó el pedido y tuvo a su cargo la tarea de aportar seguridad y ordenamiento de tránsito. Para esto se dispuso un servicio de dos patrulleros, policías, un móvil de la Guardia Urbana y el cierre del estadio para el libre acceso. Sólo podrán pasar 15 invitados por lado, más cinco personas más con acceso VIP, en principio dirigentes.
Representantes de Newell's y Central manifestaron el supuesto "peligro" que generan los clásicos y entonces el hockey quedará preso de lo que ya se viene implementando en deportes como básquet y futsal. Coincidieron en que es una situación que "no se puede controlar" y que por ello era preferible cerrar las puertas. Para el hockey, esto es inédito. Y mucho más si se piensa que las jugadoras menores, a medida que vayan terminando sus partidos, deben permanecer en el estadio e ir ocupando la tribuna de cemento para que, llegado el partido de primera, se vea a ambas parcialidades "integradas", transmitiendo "un mensaje de paz".
Ayer, Ovación tuvo contacto con funcionarios municipales de varias esferas para intentar llevar claridad sobre el tema, ya que varios lectores se comunicaron con esta Redacción para dar cuenta del asunto y adujeron que la medida es "una barbaridad". Pero pocos se mostraron al tanto de la situación. Adrián Ghiglione, secretario de Deportes de la ciudad, ratificó algo que circuló entre las primeras versiones del día y dijo que "de ninguna manera la medida la tomó la Municipalidad o la Secretaría. Fue una decisión de la AHL, nos pidieron ayuda y le dimos una mano". Incluso agregó que le parece "una locura", que entiende "los miedos de los dirigentes, pero habría que buscarle la forma para tratar de descomprimir". E insisitió: "Ni lo pedimos ni lo sugeriríamos, no es nuestra potestad". Desde la AHL manifestaron que "fue un pedido de los clubes, ellos tomaron la decisión".
También fue consultado el Ministerio de Seguridad de la provincia de Santa Fe, desde donde aseguraron que "el ministerio no participó y ni siquiera fue informado".
Lo cierto es que, por la razón que fuera, el clásico, en cinco categorías y en una tercera línea del campeonato local, no podrá ser visto ni por los padres de nenas y adolescentes que practican un deporte amateur. Si el problema es real, la sociedad se merece una dura autocrítica. Cuando lo enfermizo se disfraza de pasión y se excusa en los colores quiere decir que hay varios debates que ya se perdieron. El cultural ante todo.