Newell's se floreó anoche con una goleada ante Nacional -ahora está segundo en el grupo- como lo hizo el domingo ante Atlético Rafaela, por el torneo de cabotaje.
Ni durante esas 12 fechas en las que no supo lo que era un triunfo fue el peor, ni ahora que está invicto hace tres fechas, con 9 goles en tres encuentros, dos triunfos, un empate y una mejoría sustancial en su nivel de juego, es el mejor.
Pero para satisfacción del mundo leproso, el equipo está intacto. Desde la esencia futbolística que se pregona desde el cuerpo técnico, hasta la predisposición y el nivel recuperado por algunos futbolistas, por el Parque sobran los motivos para sentirse confiados y optimistas de cara al futuro.
En esa mejoría, se recuperó la estética. La de ese fútbol de demolición que implica el buen toque, el pase medido en busca del mejor pie, la asociación de lo que más saben, generan cuando esos ítems confluyen en pos de un mismo objetivo: el triunfo.
Ayer Newell's dio una muestra más de que está más vivo que nunca. Se floreó ante un desconocido Nacional y no le perdonó una.
Así, a los 13', un movimiento colectivo magnífico que se inició en Mateo derivó en el pase a Figueroa. El Negro habilitó a Muñoz por el medio, la media vuelta del delantero encontró al experimentado Lucas Bernardi pisando el área por derecha, y el pase-centro hacia el otro sector para que un magistral Maxi Rodríguez la empalmara sin tocar el piso de derecha para vencer la resistencia de Munúa.
El tercero -el segundo fue un gol en contra de Curbelo- fue otra demostración de gran fútbol, a los 8' del complemento. Todo comenzó en Mateo -ese gladiador incansable que sigue dando lo que tiene y lo que no para su gente, que lo ama y lo reconoce- y, a partir de Pomelo, una serie de toques y triangulaciones para desarticular la presión de un desgastado Nacional. Finalmente, la pelota llegó hasta los pies de Milton Casco -un jugador de alto nivel que debería ser tenido en cuenta para cosas importantes- y el centro llegó limpio y preciso para la cabeza del capitán Lucas Bernardi -que marcó su primer gol en la Copa-. Tres a cero y paseo.
El cuarto, quizás con menos elaboración pero con las pinceladas de David Trezeguet, llegó sobre el final, como para demostrar que desde el banco también se puede. El delantero recibió por derecha, bajó las revoluciones y levantó a cabeza ante la marca de un defensor. No fue centro. Fue un pase milimétrico para la cabeza del chaqueño Orzán y un 4 a 0 demoledor y contundente.
¿Newell's? Newell's volvió. El viejo fútbol aplaude.