Al Tata no le interesa mucho lo que diga la prensa, aunque la chicanee bastante. Así que no debería molestarle que, ocho fechas después de que tomó un equipo tirado por el piso y acuciado por fantasmas, desde estas líneas se escriba que puede darse el permiso para soñar, sin demagogia ni subiéndose al carro del éxito. Es que, se trata casi del mismo grupo de jugadores de antaño, pero sólo lo parece. Se nota un cambio en ellos y de hecho debe interpretarse que los produjo el mismo Martino. Quien no sólo descargó en sus hombros la pesada mochila que llevaban aquellos, sino que, cuál conductor que se precie de tal, tomó decisiones futbolísticas que hoy ya rinden frutos de los más jugosos. La fiesta vivida ayer en el Coloso tras el cuarto triunfo al hilo, esta vez sobre Racing por 2 a 0, y el acercamiento a la punta fue la consecuencia.