Newell’s justifica su presente inmejorable en el Apertura porque concretamente consiguió
algo que parece sencillo, pero es lo más difícil en el fútbol: la Lepra sabe a qué juega y lo
ejecuta con regularidad durante el mayor tiempo de los partidos. Y este atributo indispensable para
ser el único líder del campeonato con tres fechas por jugar tiene como autor intelectual a Roberto
Sensini y como partícipes necesarios a los jugadores. Porque el DT supo amalgamar las piezas, no
sin pasar sofocones y lapsos de incertidumbre, hasta encontrar una estructura compacta donde
siempre la suma de las partes sostuvo el rendimiento individual. Los rojinegros mandan en el torneo
y si mantienen el andar confiable del último tramo, con diez partidos invictos a razón de ocho
triunfos y dos empates, la posibilidad de estampar otra estrella en el Parque es un sueño posible.
El equipo de Boquita es puntero de arco a arco. Desde los reflejos de
Peratta, pasando por la voz de mando de Schiavi y la solidez de Insaurralde, haciendo escala en el
enorme despliegue y sabiduría de Bernardi, hasta llegar a la dupla afilada del astuto Achucarro y
el letal Boghossian. Ahí encontró los cimientos donde se apoya el resto. Claro que la campaña
también se sustenta en el crecimiento de Roselli, los aportes valiosos de Mateo y Barrientos, la
aplicación de Vangioni y las ráfagas de talento de Formica y Sánchez Prette.
Los rojinegros ahora gozan del privilegio de jugarse su propio destino
ante los rivales que tienen por delante (Arsenal, Gimnasia y San Lorenzo), sin estar pendientes de
lo que ocurra en otras canchas, donde Banfield parece ser el único que tiene chances reales de
alcanzarlo porque sólo está un escalón por debajo. Si bien el título es lo máximo (y la
clasificación a la Copa sería automática) también está a un paso el ingreso a la Libertadores vía
tabla acumulada.
La premisa será no relajarse y seguir con el cuchillo entre los dientes.
Newell’s tiene el título a la vista en el horizonte, pero no debe encandilarse y lo más
aconsejable será seguir plasmando en la cancha la autoridad y la convicción con que encara cada
partido. Sólo así cruzará primero la línea de llegada. l