Newell's reaccionó, se lo dio vuelta a Belgrano en Córdoba y por fin pudo ganar
En Córdoba perdía por dos tantos, pero se despertó a tiempo y ganó 3 a 2 con goles de Aquino y un doblete de Noir. Torrente dijo que "lo de los jugadores fue heroico, fue una victoria necesaria". Es la primera vez en la historia que la Lepra remonta un 0-2 de visitante.
29 de agosto 2011 · 01:00hs
¿Cuán pesada carga habrá despejado Javier Torrente, cuando junó que la pelota le llegaba a los pies, apenas Ceballos marcó el final y la reventó con bronca, cual avezado zaguero que no fue? Y la respuesta es: enorme. El técnico rojinegro se jugaba muchas cosas. No tanto su continuidad como su credibilidad, que algunos ya miraban de reojo. Y le salió tan bien, que hasta comprobó lo que es ponerse cerca del precipicio y que su equipo no pierda la compostura, superando esa prueba de coraje pero también de fe en sí mismo. Por eso, porque arrancó para que sea el peor partido de este Apertura, fue un triunfazo el de Newell’s en Córdoba.
Vaya si el crédito de Torrente estaba en juego, en cuanto a mantener sus postulados en alto. Fue contundente cuando en la semana aseguraba que le gustaba su Newell’s pese a los malos resultados. No se amparó en la lesión de Figueroa para deslizar que poner tres delanteros era lo que más le gustaba y no una decisión de la contingencia. Y, aunque no lo dijo porque no correspondía, seguramente veía en Belgrano un equipo inferior al suyo, distinto según su óptica a los tres que había enfrentado sin cosechar alegrías, y que por lo tanto la obligación de ganarle era mayor.
Es decir, se sumó presión. Y la acrecentó todavía a límites insospechados cuando a los 13 minutos estaba 0-2, por no disponer de altura en el caso del primer gol (además de no controlar la sorpresa de la aparición del defensor Turus) y por un error de Bernardi en la salida que Maldonado facturó con la de palo ante el gran estatismo de la defensa.
Había que remontar semejante mal comienzo de líneas inconexas que obligaban a cometer faltas peligrosas cerca de Peratta. Y Newell’s tuvo una enorme virtud ante semejante adversidad: no se volvió loco y trató siempre de reordenarse de acuerdo al plan que traía, algo que hizo mejor cuando ingresó el volante Pablo Pérez, que le dio mejor pie al mediocampo.
Entonces, había un mensaje que en serio hacía callo en el plantel. El gol de Aquino al final del primer tiempo fue la primera muestra y los dos seguidos de Noir su confirmación, mediados por dos excelentes centros de Sperduti. Es decir, intervención de los tres delanteros (ver página 3) como quería el DT. Segundo postulado a salvo.
Lo dio vuelta. Y el tercero también se plasmó. Al fin, Newell’s se lo dio vuelta a Belgrano no sólo porque estaba persuadido de que hacía lo correcto, ni porque los delanteros hicieron lo que de ellos se esperaba, sino porque, sin prisa ni pausa, fue demostrando que era superior a un pirata que se endulzó demasiado rápido.
De ahí la descarga a tierra que exhibió el técnico Torrente. Porque la remontada única que le dio a Newell’s la primera alegría del campeonato, fue tan de los jugadores como suya.