Qué dignidad que tiene este plantel de Newell's. Cuánto amor propio para intentar seguir siendo competitivo cuando la mano viene torcida. Es encomiable cómo se rebela ante las lesiones, cambio de técnico y baja en los niveles individuales para aunar energías y seguir remando. Ayer las cosas no le salían cómo quería, no le encontraba la vuelta al partido y encima cuando arrancó el segundo tiempo quedó un gol abajo tras la conquista de penal de Nahuelpán. Pero no se rindió, sacó a relucir el orgullo que supo distinguir a este equipo en las buenas y en las malas. Y primero alcanzó el empate con un cabezazo magistral del pibe Ponce, como en una señal de que lo que viene a futuro será bueno, y enseguida llegó al segundo con un tremendo zapatazo de Ever Banega, la gran figura de la noche, ratificando que hay caudillos de primer nivel que empujarán hasta el final. Newell's lo dio vuelta y se regaló un triunfo parido en la adversidad, dando otra muestra de que este grupo jamás claudica.
No es fácil para un plantel que supo luchar por todo, ahora tener que salir a la cancha para cumplir con el calendario. Porque arriba está lejos de la punta y en la zona baja no tiene problemas con el promedio. Por eso es dignísimo lo que hace este grupo de muchachos, muchas veces remendado y al límite físico. Le ponen el hombro a la situación y dejan bien alta la camiseta rojinegra más allá del resultado. Claro que ayer fue victoria y por eso todo suena mejor.
Es evidente que este equipo necesitará reinventarse en el futuro. Tendrá que trazar de nuevo los objetivos. Porque el sistema de juego y la efectividad no es la de antes. Ayer el primer tiempo fue pobre y Newell's generó poco, pero en el complemento reaccionó, recuperó cierta lucidez y supo dar vuelta el resultado para abrazarse al triunfo.
Los 45 iniciales fueron un fiasco, un mamarracho, un cúmulo de errores individuales y colectivos de parte de los dos equipos. Apenas un intento desde afuera de Banega y un tiro picante de Wilchez que manoteó con lo justo Guzmán fueron las únicas aproximaciones reales.
En el complemento se acordaron de los arcos. A los tres minutos, Wilchez encaró de manera magistral por izquierda, eludió a Beloso, Bernardi y Víctor López, hasta que se encontró con el cierre temerario de Gabriel Heinze, que lo derribó dentro del área, Darío Herrera sancionó penal y Nahuelpán abrió la cuenta desde los doce pasos.
Pero en la adversidad Newell's volvió a dar muestras de rebeldía. En un flash tejió una notable jugada por derecha. Villalba abrió para Beloso, que lanzó el centro para que el pibe Ponce le diga que sí con la cabeza a la pelota y de pique al suelo estampe rápido el empate.
La Lepra recuperó la confianza. Banega tomó la lanza, encaró en línea recta al área y desde 30 metros sacó un terrible derechazo que se coló en el ángulo izquierdo del incrédulo García. Golazo.
Hasta el final Tigre fue a los ponchazos y Newell’s lo pudo liquidar, pero fallaron Trezeguet y Tonso. La Lepra volvió a la victoria y redondeó un segundo tiempo más que aceptable, que le permite cumplir con la misión de terminar lo más dignamente posible un semestre con el que se había ilusionado mucho, pero que de manera prematura quedó lejos de la pelea seria en todos los frentes.