Newell's llegaba bien, pero no tuvo juego y apenas rescató un empate ante el último

Así no. Si se pretende un equipo que imponga respeto, que tome las riendas y edifique resultados con solidez, Newell’s no puede conformarse como lo hizo anoche en apostar todo a una sola chance y sacarle el jugo luego a la urgencia de un rival que venía a los tumbos. Fue tan abúlica su propuesta que bien pudo quedar en la lona, noqueado por el último del campeonato, que por algo está en esta condición. Tanto fue así que el punto cosechado en La Paternal sobre Huracán bien puede calificarse como demasiado.

  Fernando Gamboa se tendrá que animar, al menos si intuye que puede correr hacia arriba el techo de su apuesta futbolística, a meter desde el vamos hombres con más visión ofensiva en el mediocampo. En ese sentido, el técnico no aprendió la lección del sábado último ante Lanús, donde en esa zona su equipo formó de la misma manera que anoche y dio muestras entonces en el primer tiempo que había llegado a su límite para generar juego.

  La consecuencia de eso fue que otra vez Newell’s quedó lejos del arco rival, que no tuvo profundidad más allá que en pelotas detenidas, y que si bien le bastó en la primera etapa para controlar a un adversario más anémico aún de ideas, no pudo someterlo. Ni siquiera cuando tras dos tiros de esquina seguidos Rolando Schiavi cabeceó por segunda vez casi desde el piso para abrir la cuenta.

  Entonces, media hora de partido, todo le quedaba a pedir de boca, en medio de un ambiente hostil, de hinchas que insultaban a sus jugadores, a la comisión directiva y a cuanto responsable se hiciera ver por La Paternal. Sin embargo, ni ese plus psicológico pudo aprovechar y Huracán casi lo tumba con muy poco.

  Primero el venezolano César González dejaba estático a Sebastián Peratta en medio de varios hombres rojinegros y luego el arquero debutante tendría la chance de redimirse más de una vez para evitar que los efectos fueran todavía más devastadores.

  Es cierto que Gamboa volvió a meter cambios ofensivos, pero el Chino Leandro Torres quedó desperdiciado jugando a lo Ernesto Cristaldo volcado demasiado a la izquierda, cumpliendo una función que no parece sentir. Y Sperduti entró tarde. En pocos minutos el Gordo demostró ser mucho más incisivo que Pablo Pérez y recién ahí Newell’s volvió a creer que alguna bola limpia le llegaría al fin al esforzado Ogro Fabbiani.

  Pero ya era tarde y Newell’s ya no podía revertir su imagen. Le dejó hacer a un rival angustiado y limitado, no construyó juego asociado ni tuvo con qué hasta cerca del final. Está claro que si se pretende más hay que obrar en consecuencia. Si no será, más allá del punto ganado, tiempo perdido que en fútbol se paga con dolores de cabeza. l