Las situaciones de crisis son así. Exponen a todos al límite de las exigencias y las contradicciones. Después de un Apertura hiriente, las cuestiones de la sucesión se dilataron más de la cuenta y el destino rojinegro parecía arrimarse peligrosamente a una cornisa de confusión perturbadora. De esa manera arrancó el receso para Newell's.
El representante de Cagna levantaba la voz para bajar la tensión de una agonía inevitable. El Colorado Ré lloraba con el corazón una batalla perdida contra el bolsillo. Los dirigentes más aletargados que nunca en una búsqueda apurada. Rescisiones que tardaban, firmas que no se firmaban y la Justicia con ojo cazador.
Gritos en el silencio para espantar viejos fantasmas. Manotazos al aire tratando de atrapar la señal del ídolo. La última esperanza en la desesperanza. Una siembre feroz de escepticismo. Encuestas interesadas, afiches oportunistas y los mercenarios de siempre apostando a embarrar la cancha para sacar pescados podridos de ese río revuelto.
Los fajos de billetes colombianos conspirando contra la apuesta leprosa y poniendo contra la pared una obsena puja de intereses contrapuestos. La opulencia intentando torcerle el brazo al sentimiento. Millones de dólares ante millones de problemas. Las ambiciones de futuro frente al imán de las raíces del pasado. Las tentaciones queriendo borrar la marca en el orillo. Y la desesperación poniendo en jaque la entereza de las estatuas de bronce del club.
Entre esos escenarios, llegó la decisión de Martino. Y su respuesta fue un contundente halo de aire puro ante tanta necesidad y contaminación. Un sí de nobleza, compromiso y también de desprendimiento. Un gesto pacificador y movilizador que embelesó el alma leprosa. Un baño de ilusión para un pueblo que ahora se permite volver a creer en una reacción posible.
El Tata, el jugador que más veces vistió la camiseta rojinegra y que dejó postales de su magia en cada rincón del Parque, volvió a su casa. Le prestará su inconfundible toque de elegancia al banco de suplentes, justo del lado de la sombra, ese que tanto le gustaba merodear con los cortos.
Y ahora tendrá su propia visera que servirá como robusto centinela y como telón de fondo de una etapa que exhibirá una marca registrada de valores perdurables.
Evidentemente, cuando Martino fue elevado a la condición de ídolo, quedó implantada detrás de cada señal de devoción una deuda de gratitud. Y esa carga afectiva se impregnó, más allá de todas las circunstancias y las especulaciones. Por encima de los sí y de los no anteriores.
Es una huella profunda que acompañó caminos durante una vida entera, que atravesó fronteras profesando los mismos colores y que todos sabían que tarde o temprano iba a obligar al anhelado reencuentro.
El Tata sintió el reclamo y respondió en el momento que más se lo necesitaba. Si bien el desafío de sacar a Newell's de su preocupante anemia futbolística es muy complicado, si logra su cometido no hará otra cosa que agigantar, aún más, su figura como objeto de culto en el universo leproso. Será un rayo de luz que se eternizará del lado de la sombra.