Juan Quiroga puede quedarse tranquilo. Tiene unos compañeros de fierro. Ellos lo
sacaron del agua, le evitaron el mal trago de quedar señalado como importante responsable de la
derrota que se intuía al final del primer tiempo. A tal punto que hicieron que el Coloso se
olvidara completamente de él. Es que los diez que quedaron para el complemento pusieron coraje ahí
donde faltaba juego, determinación ahí donde había anidado la abulia y una victoria de oro, 2 a 1
sobre Lanús, como consecuencia. Ningún debut pudo resultar mejor para Newell’s, para un nuevo
ciclo que hasta ayer sólo se había probado fuera de casa.
La tonta reacción de Quiroga al final del primer tiempo, insultando al segundo
asistente, fue acaso el mejor ejemplo de la desorientación en que había caído Newell’s por
entonces. En esos minutos terribles, que siguieron al gol de Lanús en su primera llegada al arco
del inseguro Caffa, la bajada de línea de Gamboa, la de un equipo de perfil ofensivo y
protagonista, era parte de un imaginario que de ninguna manera tenía correlato con la realidad.
Newell’s había sido agresivo mientras la pelota pasó por Monsalvo y la
distribuyó hacia adelante, mientras a Fabbiani le duraba su sprint inicial para recibir, tocar e ir
a buscar y mientras se veía un equipo corto que abanicaba bien con Pablo Pérez, sobre todo, y
Cristaldo. Pero se apagaron tan rápido sus buenas intenciones, sin que Lanús hiciera demasiado para
eso, que sin prisa ni pausa se instaló la sensación de que esa propuesta había encontrado
prematuramente su techo.
Para colmo Lanús acertó su primer pleno, luego de que Zubeldía moviera bien sus
piezas tras la salida de Nico Ramírez, y Blanco puso la cosa muy negra para Newell’s. El gol
increíble marrado por Velázquez y la roja a Quiroga no hicieron más que agrandar la preocupación en
el entretiempo.
Sin embargo, Newell’s fue con sus Torres, la tozudez de Diego y el
atrevimiento del ingresado Leandro, mientras que Gamboa supo disimular bien el hombre de menos
retrasando a Cristaldo, que se movió mejor solo por la banda izquierda.
Y en su segundo intento en patear de afuera del área, a Diego Torres le
cometieron falta, Cristaldo mostró su buena pegada y Newell’s se convenció de que podía.
Zubeldía le hizo un favor al medio rojinegro sacando a Blanco por un delantero, y Bernardello
empezó a bastarse para copar la parada y cederla al Chino Torres para que le diera el mejor
destino, o a Sperduti, que cuando entró también le dio más claridad a la banda derecha.
Así, sin amilanarse con uno menos, con la guía del faro que Fabbiani siempre le
brindó arriba y la concentración del fondo para hacer pasar desapercibidos a Sand o Biglieri,
Newell’s confió en sus posibilidades y llegó al segundo con determinación, en la que Diego
Torres con su gol obró de símbolo.
Tuvo juego colectivo con uno menos. Antes, en igualdad de condiciones, estuvo lejos de
materializar una propuesta convincente y Gamboa deberá aprovechar ahora el envión anímico para
lograrla. No siempre Newell’s será un equipo de diez. l