La sensación que entregaba el partido era que la paridad sólo se iba a quebrar con la inspiración de algún jugador. Y esa llegó a los 41’ del complemento, cuando Viatri le puso una asistencia bárbara a Pablo Mouche que definió de derecha ante la salida de Peratta, para sentenciar una injusta victoria de Boca, que le permite llegar a la punta del torneo, y dejar con las manos vacías a Newell’s, que fue el que más hizo por el partido, aunque sin llegar a tener una superioridad manifiesta.
Sin embargo, ese duro castigo para la Lepra se puede se puede explicar en la falta de definición y contundencia que sigue mostrando el equipo, que si bien esta noche ante el xeneize no tuvo muchas chances, no pudo aprovechar las que se le presentaron. Casi un calco de lo que le sucedió ante Estudiantes y en mucha mayor medida ante Argentinos.
Fue también la consecuencia de un equipo que esta noche mostró muchas más ganas y empuje que ideas, al que le faltó volumen de juego y precisión en los metros finales para sacar una buena tajada de algunas de las aproximaciones que tuvo durante el partido. Una situación que no hace más que explicar no solo la derrota de esta noche sino el momento de irregularidad que está mostrando el rojinegro en este comienzo de torneo.
Al margen de lo dolorosa que resulte la derrota, sobre todo porque se empezó a consumar en el final, cuando ya casi no había tiempo para revertirlo, hubo cosas buenas para resaltar, aunque el resultado final empañe lo anterior. Pero en el haber de Newell’s hay que recalcar que tuvo inteligencia en el planteo táctico, mucha actitud para recuperar el balón en la mitad de la cancha y fue sólido en defensa, porque, más allá del gol de Mouche, no se puede dejar de lado la jerarquía individual del rival.
Las dos etapas fueron casi un calco, es que en el comienzo, vía Riquelme, Boca intentó monopolizar el balón, Newell’s hizo pie en el medio y comenzó a ganarle en la zona media al xeneize, esa zona neurálgica de la cancha, al punto que tanto Riquelme, como el Pochi Chávez y Erviti casi no gravitaron en la generación de juego, por lo que el ataque xeneize quedó reducido en buena parte del partido a lo que pudiesen hacer sus delanteros: Viatri y Cvitanich, o a alguna mandada de los laterales, especialmente de Clemente Rodríguez.
Al punto que el equipo de Falcioni sólo tuvo un puñado de situaciones, algunas de las cuales fueron claras. Como un par de cabezazos de Viatri, uno de los cuales fue sacado casi en la línea por Pellerano. O un derechazo del nueve de Boca, desde fuera del área, que fue mandado al córner por Peratta. Un derechazo de Schiavi, luego de un cabezazo de Insaurralde, que fue interceptado justo por un defensor. Y un derechazo desde fuera del área de Chávez, que fue sacado brillantemente por Peratta.
Del otro lado, Newell’s tuvo mucho amor propio, empuje y ganas, pero le faltaron ideas para completar la parte del plan. Es que cumplía con creces en la faceta de defender y de anular a los que más saben en Boca, pero le faltó profundidad y precisión en los metros finales.
Algo que, sin embargo, consiguió en el final de la primera etapa, cuando dejó de tirarle pelotazos a los rapiditos Sperduti y Noir, para buscar más por abajo y a punto estuvo de sacaa ventaja en esa búsqueda. Primero, cuando luego de recuperar una pelota en el medio y agarrar a Boca a contrapierna, lo dejaron solo a Figueroa, que no pudo con Orión en el mano a mano. Y dos minutos después lo dejaron a Sperduti de cara a Orión, pero el remate al primer palo fue desviado al córner por el uno de Boca.
O en las que tuvo en el complemento. Primero con Noir, que casi cumple con su sueño de hacerle un gol a Boca, cuando le hizo primero un sombrero en el área a Insaurralde y la tocó por encima de la salida de Orión y la pelota se fue apenas arriba del travesaño. O en un cambio de frente de Bernardi para la entrada vacía de Díaz, cuyo centro no alcanzó a ser bien conectado por Sperduti, desperdiciando una buena chance.
En definitiva, Newell’s se quedó con las manos vacías pese a haber hecho más méritos que su rival, mientas que Boca, sin hacer demasiado, se quedó con el premio mayor y se subió a la puta. Cara y seca de una misma moneda, que lejos estuvo de reparar en los méritos y en la justicia.