El fútbol no apareció en Newell’s. Nunca encontró el camino, lució perdido y por eso dejó el invicto en casa a manos de Banfield. No supo destrabar el inteligente planteo visitante y fue superado y goleado por un 3 a 0 que pudo ser más amplio. El equipo de Raggio no sólo dejó en el camino la racha sin derrotas que ostentó durante 9 fechas, sino que desperdició la posibilidad de quedar a tiro de River. Como si todo esto fuera poco, también se sumaron a la lista de lesionados nuevamente Marcos Cáceres y Diego Mateo. Noche totalmente oscura para un equipo que igualmente sigue arriba, aunque tendrá que levantar para mantener el protagonismo que hoy ostenta en el torneo.
Newell’s se encontró con un Taladro que llegó con un libreto bien estudiado. Y que respetó las líneas sin improvisar. Almeyda mandó a algunos de sus jugadores a tapar a nombres puntuales para anular la generación de juego. Nicolás Domingo fue una sombra de Faravelli, Erviti de Bernardi y Cazares de Mateo, por citar algunos duelos. El local se quedó sin fútbol y la visita impuso su dominio.
Ustari salvó en el arranque el intento de Noir controlando la pelota contra el palo cuando iban 2’. Dos más tarde Cazares le quemó las manos al uno rojinegro, que otra vez respondió con solvencia. Y a los 11’ nuevamente el uno le ganó el mano a mano a Terzaghi. Y de tanto ir... el Taladro logró romper el cero con un tremendo zapatazo desde afuera del área de Noir (14’). Sí, justo Tito.
Si la noche venía torcida se complicó aún más. Porque a los 17’ Mateo tuvo que salir lesionado y a los 24’ Marcos Cáceres también debió dejar la cancha por la misma razón. Y cuando se había superado la media hora de juego apareció Erviti para tomar un rebote de Ustari y de cabeza poner el 2-0.
Newell’s no hacía pie. No encontraba el juego que supo ostentar y que estuvo ausente en las últimas fechas. Algo que los propios protagonistas reconocieron y dejaron en claro que deben recuperar. En el duelo táctico, Almeyda le ganó a Raggio no sólo maniatando al leproso sino castigándolo con su propia medicina: con fútbol.
La Lepra no encontraba la llave para destrabar el cerrojo que estableció Banfield. Para colmo en apenas 24’ perdió dos hombres y a Carozo le quedó una sola modificación para intentar cambiar el rumbo de un juego que venía a los sacudones.
Con la diferencia a favor el Taladro redujo el desgaste. Newell’s intentó cambiar la historia y a los 50’ tuvo un penal a favor que llenó de ilusión. La misma que se diluyó cuando Servio se lo atajó a Maxi.
Si bien Newell’s buscó más con fuerzas que con ideas tuvo acercamientos hacia el arco visitante. No golpeó, apenas si tiró algunos golpes hacia la nada. El Taladro dejó espacios, quizás un poco cansado por el desgaste. Así y todo, Ñuls careció de potencia. Encima, Cazares presionó a Villalba, quien se enredó y perdió la pelota. Y el moreno se fue solito para doblegar a Ustari y poner el 3 a 0 determinante y justo.
¿Una derrota para preocupar? Puede resultar un llamado de atención por la forma en que fue superado, algo que pocas veces le sucedió a este Newell’s. La caída tampoco es determinante, porque permanece arriba y con chances de seguir siendo candidato al título ya que recién se transitó la mitad del camino del torneo y, además, porque tiene jugadores de nivel. Claro que Raggio deberá trabajar y mucho para que el equipo levante su juego —que perdió hace algunas fechas— y vuelva a ser el que siempre entregó confianza y se mostró superior a todos. Para que lo de ayer sólo haya sido una mala noche.