Newell's cayó y sufrió el mal arbitraje de Favale, pero el equipo no ayudó demasiado
Nadie podrá reprocharle a Newell’s su contagiosa voluntad, pero con eso no siempre
alcanza. Y anoche se notó. Más allá del despojo del penal, que no es un detalle para nada menor,
ganó el equipo que mantuvo su regularidad en estas seis fechas. Y perdió el que está subido a la
montaña rusa de la irregularidad. La diferencia estuvo en que Banfield le sacó petróleo a su
momento, incluso con la ayuda de Favale...
26 de septiembre 2009 · 01:00hs
Nadie podrá reprocharle a Newell’s su contagiosa voluntad, pero con eso no
siempre alcanza. Y anoche se notó. Más allá del despojo del penal, que no es un detalle para nada
menor, ganó el equipo que mantuvo su regularidad en estas seis fechas. Y perdió el que está subido
a la montaña rusa de la irregularidad. La diferencia estuvo en que Banfield le sacó petróleo a su
momento, incluso con la ayuda de Favale, y Newell’s entendió tarde lo que debía hacer para
reforzar sus pretensiones de pelear en el lote de arriba de este campeonato Apertura.
El 2 a 1 resume una distancia. Quizás no sea la vista en la cancha, mucho más si
se tiene en cuenta que cuando Favale sancionó mal el penal de Machuca a Rodríguez, Newell’s
empezaba a sentirse más cómodo con el trámite y daba indicios de reanimación colectiva. Porque le
costó pisar en terreno firme a Newell’s. Fue como si Banfield lo sorprendiera con su
planteo.
Ese tiempo coincidió con una intervención de Peratta ante James Rodríguez y un
cabezazo de Barraza. Pero bastó que Mateo y Bernardi aceitaran las coberturas y empezaran a
quedarse con cada pelota suelta o dominada. Por carácter transitivo empezó a crecer Sánchez Prette,
mientras que Vangioni y Dolci se estiraban cada vez por sus andariveles.
Igual, la compostura colectiva de Newell’s entregaba fisuras. Hubo huecos
que evidenciaban cierto desorden defensivo, más allá de que Schiavi, Insaurralde y Machuca no
tuvieron ningún reparo en revolear la pelota a la platea.
Fue un momento de estancamiento para el equipo de Sensini. Minutos en los que le
cascoteaban el rancho y el equipo debió refugiarse en otras dos grandes atajadas de Peratta ante el
más incisivo del partido, el volante izquierdo James Rodríguez.
Justamente tuvo que ocurrir eso para que el equipo se despertara y se pareciera
más a lo que entregó hace una semana frente a Lanús. Y el gol de Sánchez Prette vino como la
consecuencia de ese adelantamiento que ya había experimentado el equipo.
Pero esa imagen promisoria se derrumbó en menos de un minuto. Vino la jugada del
penal de Machuca ante James Rodríguez, la falla garrafal de Favale y el empate de Banfield con la
ejecución de Silva, fuerte y al medio del arco.
Fue un golpe estratégico para la iniciativa de Newell’s. Fue como si le
pusiera la mano en el pecho al equipo y no le permitiera creer. Lo empantanó la igualdad y lo sacó
de órbita pese a que Insaurralde tuvo un par de oportunidades para convertir de cabeza. Y ni hablar
el golazo de James Rodríguez.
Ahí lo único que quedó del equipo fue el corazón y el esmero por vender caro algo que empezó a
perder con la equivocación de Favale. El desconcierto del final, con Schiavi y Silva expulsados en
una montonera, fue un claro síntoma de la impotencia que envolvió a Newell’s por no haber
entendido de entrada cómo debía jugar el partido y también por el mal arbitraje sufrido.
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