Lo que pase el lunes en San Nicolás con la Copa Argentina, difícilmente cambie la impresión que este Newell’s supo construir desde la pandemia para acá. Con Kudelka y con Burgos. Con pretensiones ofensivas como con Frank, con defensivas como con el Mono, más allá de que anoche haya mostrado intenciones más acordes con lo que la historia le demanda pero mucho más con lo que la necesidad le exigía. Pero no hubo caso, no hay caso. Este equipo no pasa de las insinuaciones y a veces ni eso. Quedó claramente patentado anoche en Asunción con la latente eliminación de la Copa Sudamericana, donde cometió errores increíbles y se fue apagando sin solución de continuidad, perdiendo apenas por 1 a 0 porque Libertad le perdonó la vida y no fue lo suficientemente ambicioso como para hacerle morder más el polvo. Para los leprosos fue lo mismo. Sin reacción, sin variantes, ni de jugadores ni de esquemas porque el DT prefiere mantenerlo a toda costa sin intentar mayores riesgos ni sorprender, más allá de la postura inicial. Y porque sus estandartes en la cancha tampoco pueden asumir lo que el momento amerita.
Kudelka tenía formateado a Newell’s de una manera, pero no tenía los intérpretes con la velocidad de resolución necesaria para hacer de la posesión su estandarte. Un plantel con mucha experiencia pero demasiado veterano en lugares clave le hizo pagar el precio de un parate único y el técnico fue eyectado del cargo. El cambio de aire, la llegada de Burgos desde Europa para hacer su primera experiencia como técnico, después de acompañar los éxitos del Cholo Simeone, renovaron por supuesto la expectativa, pero hoy todo parece parte de un pasado muy lejano.
Newell’s no evolucionó, más allá de ese soporte efímero de una racha de seis partidos que quedó rápido en el archivo. Porque algunos resultados fueron hasta milagrosos y porque el Mono se enamoró de esa máxima de primero abroquelarse atrás y después ver qué pasa cuando se puede ir hacia el frente. Aunque anoche se paró más adelante, su sistema 5-4-1 no lo alteró nunca y empezó a pagar.
En Asunción siempre cambió nombre por nombre, nunca optó por un jugador de tinte ofensivo por sobre uno defensivo, si no, no se entiende porqué mantuvo a los tres zagueros hasta casi el final, como si eso hubiera garantizado blindar a Aguerre. Libertad pudo ampliar la diferencia varias veces. Le faltó precisión y más decisión.
Pero además, quedó claro que hay niveles individuales bajísimos. Pablo Pérez, el único capaz de jugar una buena pelota punzante, tuvo una noche para el olvido regalando pronto la jugada del gol rival. Y otro que está claro que no puede devolver el brillo que supo desparramar por el Parque es Scocco. Nacho pudo tener la más clara de Newell’s para igualar en un yerro guaraní, pero la pelota que debió parar para quedar solo frente al arquero se le fue debajo de la suela. En la ida, marró solo el 1 a 0.
Y si ellos, como Formica que está a años luz de su mejor versión, no dan la talla, difícil que aparezca un pibe salvador. Y Loquillo Rodríguez, el único que pudo tener una situación clara, no pudo salvarlo esta vez. Burgos lo sacó en el entretiempo como a Giani, lesionado. Los dos delanteros, afuera, luego Cabrera por Scocco, el Gato por Pérez. Pieza por pieza. El Mono sólo “arriesgó” a los 87: Castro por Cabral. Y no hubo caso.
Está prácticamente afuera. Y la Copa Argentina no cambiará la impresión de esta marca registrada en pandemia: la de la insoportable levedad de Newell’s.
Al borde de la eliminación
Esta caída de Newell’s hipotecó seriamente las chances del equipo de Germán Burgos de ganar el grupo y pasar de ronda. Es que los rojinegros ya no dependen de sí mismos, cosa que hubiese ocurrido si se traía los tres de puntos de Paraguay. Lo primero que debe esperar la lepra es un empate entre Atlético Goianiense y Libertad en Brasil el próximo miércoles 19. Ya que un triunfo de cualquiera de los dos dejaría afuera a Newell’s de la competición. Los rojinegros deben ganar los dos partidos. Esperar que Palestino derrote a Libertad y sacar cuentas de la diferencia de goles.