"Con la prensa puede ser que pusiera un escudo. Pero con compañeros y rivales era más por defender una idea, una posición, que por poner un escudo. Yo estaba convencido de lo que hacía y de lo que quería. Cuando las ideas no eran compatibles, defendía lo que pensaba y lo que sentía. Con la prensa sí ponía un escudo, porque si no te cuidás vas muerto. ¿O no? Cuéntenme ustedes. Un poco de precaución siempre hay que tener. Yo no digo que [los tenistas] seamos fáciles", reconoció en una entrevista con La Nación.
Con Del Potro, los cortocircuitos comenzaron en las semanas previas a la final y, a partir de entonces, se sucedieron rispideces, una tras otra, incluso se dijo que uno le dijo "pendejo" y el otro le enrostó que no estaba el padre para defender los premios. A siete años de aquel momento, Nalbandian contó: "No, así no me acuerdo que le haya dicho. No, no. Eso sí: pasaron muchas cosas y por ahí él decía que no sabía nada y yo le dije: 'Bueno, que te cuenten bien cómo son las cosas. Porque si nos sentamos a hablar y no sabés nada, o decís que no sabés nada, no podemos arreglar nada'. Fue así".