Rafael Nadal, el rey enpolvo de ladrillo, quiere calzarse mañana la corona en el césped de Wimbledon. Calmado y respaldado por sus últimos triunfos, el español buscará su segundo título en el abierto británico, el que le saque la etiqueta de que sólo es el mejor cuando se mancha las medias de rojo.
Tras la práctica en la cancha número 16, Nadal frenó hoy a sus propios guardias de seguridad para firmar decenas de autógrafos. Luego atendió a la prensa y después preparó el sillón para seguir los partidos de la fecha mundialista.
“Seguramente entraré con los nervios lógicos, pero los últimos triunfos me dan calma para la final; sé que cuento con un pelín más de confianza para jugar los puntos importantes, que es donde se deciden esta clase de finales, especialmente en superficie tan rápida como ésta”, apuntó el español.
Nadal juega mañana la final de Wimbledon ante el checo Tomas Berdych, que será su cuarta definición en el All England Club, lo que según su tío y entrenador, Toni Nadal, modifica alguno de los conceptos establecidos en este deporte.
“Se decía que Rafa era un especialista en tierra. Ahora habrá que ver si no es también en césped, o al menos se acerca a ello”, dijo Toni con una sonrisa poco tiempo después de probar su inglés para el canal japonés “Wowow”.
“Quizá sea el menos sacador de los últimos campeones de Wimbledon, pero a mí el servicio me sirve para jugar la segunda bola, que es mi fuerte, es donde comienzo dominando”, explicó el número uno del mundo.
El servicio será clave ante Berdych, ya que no habrá demasiadas oportunidades sobre el saque del checo.
El historial entre Nadal y Berdych marca una superioridad del español por siete victorias a tres.
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Por Leandro Garbossa