Está perfecto que Paolo Montero no exponga a los titulares para disputar un torneo de menor relieve como la Copa Santa Fe. Por eso tampoco hizo demasiada fuerza para sentarse en el banco de suplentes y le entregó gustoso la posta a Leonardo Fernández. Si bien en una primera instancia se manejó que el entrenador canalla podía hacerse cargo del grupo que el sábado clasificó a las semifinales, enseguida desestimó esa posibilidad y fue consecuente con lo que piensa respecto de la valoración que les da a los jugadores de las divisiones inferiores. Los considera futbolistas con un buen potencial, pero que por el momento no tienen cabida en su proyecto.
De esta manera, Montero sale indemne de cualquier eventualidad que pueda manchar su gestión. Obviamente que logró su cometido porque no dirigió y así nadie puede responsabilizarlo en caso de que Central quede eliminado en semifinales contra Atlético San Jorge o caiga en una posible final. Paolo prefiere hacer lo que hace la mayoría de los entrenadores de primera. Ensaya contra rivales a los que puede ganarles con la naturalidad de un soplido. O, si no los supera, no tiene empacho en cerrar las puertas para que ningún ojo intruso vea lo mal que está jugando el equipo. Pasó eso contra Patronato y el sábado ante Central Córdoba, aunque en este última prueba ni siquiera arriesgó a los soldados que seguramente darán batalla en la superliga.
No sólo es correcta la línea de pensamiento de Montero, sino que Paolo no necesitó nacer en la ciudad para entender que si hacía lo contrario se acercaba a las brasas para jugar con fuego. Porque esos mismos hinchas de Central que están en desacuerdo con que no dirija el equipo que participa de la Copa Santa Fe, seguramente son los mismos que le habrían contado las costillas si él se sentaba en el banco y este Central de pibes no funcionaba. Ni hablar si Montero ponía a los titulares y no salía campeón. Por todo esto está de maravillas lo que hizo. Nunca se desenfocó de su verdadero objetivo. Armar un nuevo Central con los refuerzos que solicitó, hacerlo funcionar y buscar ganar la Copa Argentina, el título que realmente le interesa por ahora a Montero para quedar en la historia grande.