Un periodista del diario italiano La Repubblica lo entrevistó días atrás para que le hable de "la selección de altura", denominación que el protagonista de esta historia prefiere por sobre la conocida popularmente como "selección fantasma". Otro periodista, de origen inglés y residente en la Argentina, también le hizo un reportaje para una revista británica. Semejante interés deja en claro que no se trató de un acontecimiento deportivo más. A los 89 años, Miguel Ubaldo Ignomiriello, con una lucidez envidiable, recordó con precisión hechos y detalles del seleccionado argentino que preparó en la altura de Jujuy, Perú y Bolivia durante un mes y medio.
Tal sacrificio tuvo un buen resultado el 23 de septiembre de 1973, en los tan respetados 3.650 metros de La Paz. Argentina, con la conducción técnica de Enrique Sívori y la colaboración de Ignomiriello, venció a Bolivia por 1 a 0, con gol de Oscar Fornari, por las eliminatorias del Mundial de Alemania 1974.
Partidos organizados para ganar unos pesos para subsistir, prácticas en lugares inapropiados y hasta indiferencia general conformaron el cóctel de un cuento de película sobre este enfrentamiento, que tendrá hoy un nuevo capítulo.
"A mí me designó Raúl D'Onofrio, padre del actual presidente de River que era el interventor de la AFA. Yo tenía prestigio en juveniles. Me convocó porque había que armar un equipo argentino para el torneo juvenil de Cannes", cuenta Ignomiriello desde su La Plata natal.
¿Cómo surgió la idea de
entrenar en la altura?
Argentina había perdido con Bolivia (3-1) en La Paz en las eliminatorias y no había clasificado al Mundial de México 1970. Argentina había sido designada sede del Mundial 1978 y Brasil no quería que clasificara al Mundial de Alemania 1974. Si se repetía lo de México, Argentina perdía posibilidades de organizar el Mundial 78, que quería hacerlo Brasil. Entonces, el partido con Bolivia había que tomarlo muy en cuenta. Los directivos y el periodismo no se daban cuenta de la trascendencia que tenía. Yo ya había estado en Bolivia, con San Lorenzo y Estudiantes. Tenía unos 6 viajes a La Paz y conocía el tema.
¿A partir de esa experiencia es que se propone la aclimatación a la altura con tanta anticipación?
La altura existe y había que trabajarla. Lo más aconsejable era la aclimatación a la altura por etapas. Se lo transmito a D'Onofrio y lo que me pide es que no lleve muchos jugadores de un solo club, para no tener problemas. Hacemos un estudio con un profesor que estudiaba a los futuros aviadores de Aerolíneas Argentinas y viajo al norte para intentar encontrar un lugar para concentrar. Voy a La Quiaca, que tiene la misma altura que La Paz, pero cuando llego el hotel internacional de allá estaba en reparación y no nos podían dar alojamiento. Entonces concentramos en Tilcara, en un hotel que creo era de dos estrellas. Viajábamos todos los días a entrenar a La Quiaca.
¿Y dónde eran las prácticas?, ¿había alguna cancha,
algún club?
En La Quiaca había localizado una canchita del club Estudiantes, que se regaba con el agua de las sierras. Habían ideado un sistema a través del cual el agua entraba por una zanja. Cuando el agua rebalsaba la zanja, inundaba la cancha. Era la manera en que la tenían en condiciones. Ahí era donde hacíamos fútbol. Estuvimos también concentrados en Mina Aguilar. Es una localidad jujeña ubicada a 5.200 metros sobre el nivel del mar. Ese lugar ayudaba a la aclimatación a la altura. Nos quedamos tres días en un pequeño hotel. Una de las dudas que tenía era si la altura se trataba de algo real o era psicológico. Para eso incorporo a un psicólogo, Horacio Escudero.
¿Y cuál fue la conclusión?
Que la altura es real. El psicólogo me ayudó porque tuve que mandar dos jugadores de vuelta, Jota Jota López y Merlo. No se adaptaban a la altura. Mando a estos dos y lo incorporo a Aldo Pedro Poy.
¿Cómo siguió la preparación?
Volvemos a Buenos Aires y hacemos el viaje a Lima y Cuzco. Pero cuando llegamos a Lima no teníamos las reservas. Para conseguir los pasajes me dio una mano Ramón Quiroga, el arquero que había tenido en Rosario Central y que estaba jugando allá. Nos instalamos en Cusco, jugamos con Cienciano y cuando voy a cobrar los 5 mil pesos, me pagan 3 mil 500. Me muestran la revista El Gráfico y me dicen que esta no era la selección argentina, porque la verdadera se encontraba en Alemania. Era verdad, porque con Sívori le habían ganado a Alemania 3 a 2. Pero yo se los había advertido. Igual me lo descontaron. De ese dinero les tenía que pagar a los jugadores y el hotel.
Desde Cuzco, ¿adónde fueron?
Me vinieron a buscar de Arequipa. El equipo de esa ciudad había salido campeón. Nos adelantaron el dinero y nos pagaron el pasaje. Así vivíamos, al día. Luego hice un partido en Oruro y otro en Potosí, todo para poder vivir. En total esa selección jugó 15 partidos. Empató el primero en Jujuy con la selección de esa provincia. Los otros 14 los ganó.
¿Pudo sobrellevarse la convivencia durante tantos días?
El momento más difícil fue en Cuzco, cuando hubo una huelga general en Perú de 48 horas. No teníamos cocinero ni nada. Tuvimos que salir al mercado a comprar la comida y cocinarnos. Fue muy difícil. Estábamos abandonados. Sívori no nos llamó jamás. Nadie nos llamó. Se soportó porque era un buen plantel, un buen grupo de hombres. Había varios chicos, Bochini, Trobbiani y Kempes. Fornari ya era profesional pero una persona de bien. Y estaba Poy, que era un conductor excepcional. Esa selección tiene varios récords. Kempes, que era jugador de Instituto y nunca había jugado con la selección, debutó oficialmente con la camiseta argentina directamente en las eliminatorias, en ese encuentro contra Bolivia. Y Trobbiani, siendo futbolista de la quinta división de Boca y que nunca había jugado en la primera, debutó en la selección en ese mismo partido.
¿Cómo se determinó la formación del equipo, porque
los principales futbolistas
de la selección no se
encontraban con ustedes?
Faltando dos días para el partido llega Sívori a La Paz. Armó el equipo y yo no estaba de acuerdo con todos. Puso algunos jugadores que eran importantes, pero había otros que habían rendido muy bien durante la preparación. El que quedó desanimado fue Fillol, porque atajó Carnevali. Los jugadores que habían estado conmigo y que entraron, Kempes, Poy, Trobbiani y Fornari, rindieron el ciento por ciento.
El esfuerzo entonces
valió la pena.
Ahora hay equipos que toman otra determinación. Van hasta Santa Cruz de la Sierra y viajan a La Paz el mismo día del partido. Hoy podés perder en La Paz, pero te quedan varios partidos más para jugar. Si a nosotros nos iba mal, perdíamos la clasificación a Alemania. Ya había ocurrido para México. No podíamos arriesgar con eso. Dio resultado, pero fue un gran esfuerzo.