Se acerca el Mundial de Qatar. Y la máxima figura del deporte más popular del planeta atraviesa una encrucijada. Lionel Messi arrancó la nueva temporada en PSG con intermitencia desde lo deportivo. Hasta el momento acumuló siete presentaciones oficiales. En todas arrancó de titular. Mientras que el dato que sobresale en la actualidad y genera un cúmulo de hipótesis es que casi la mitad de las veces terminó siendo reemplazado, algo que hasta la campaña pasada era casi utópico. Sin embargo, cae de maduro que el nuevo técnico de PSG, Christophe Galtier, se rige por sus propias reglas y no apela al currículum que llenó con su endiablada gambeta y zurda magistral el mejor jugador que parió el fútbol en las últimas dos décadas. El gran interrogante que es materia de debate en todos los rincones futboleros es si en París lo cuidan para que no queme energía innecesaria y llegue diez puntos a la cita ecuménica o porque para el flamante entrenador galo no es de su paladar. Mientras tanto, cuando se pone la piel albiceleste no sale jamás. Incluso el rosarino más famoso de la modernidad se las ingenia y rebusca para estar capitaneando el barco nacional como sea porque no se quiere perder ningún partido.
El cuadro de situación actual es tan claro como contundente. Leo Messi en Argentina es intocable. Es la máxima expresión en una cancha. Es la imagen del vertiginoso país en que vivimos. Mientras que en el glamoroso PSG de cabotaje, ya que no puede coronar una competencia internacional por más figuras que contrate, se erigió ahora en una mera pieza de recambio.
Christophe Galtier tiene fama de tener pocas pulgas. También de ser un personaje conocido en Francia porque jugó casi siempre en suelo galo, pese a que forjó su carrera de entrenador en el exterior. Eso sí, en su época de defensor arrancó en Marsella y pasó por Lille, Toulouse, Angers y Nimes.
Como entrenador llegó a PSG esta temporada para el gran reto: ganar la Champions League. Está afrontando su mayor desafío profesional tras haber hecho buenas campañas como DT en Lille, donde fue campeón en la temporada 2020/21. Luego fue finalista de Copa de Francia 2022, con el también modesto Niza, en su primera y única campaña en la Costa Azul.
Asumió en París para poner cierto orden merced a la fama de ser gran estratega y muy buen comunicador. Pero con los pesos pesados por ahora parece que no logra amalgamar. Sobre todo con nuestro Leo Messi. Ya se murmuró cuando firmó como técnico que venía para acomodar el vestuario. Mientras que a la hora del juego le inyectó cambio al crack rosarino en tres de los siete partidos que acumula en lo que va de la temporada.
Messi siempre arrancó como titular y jugó todos los minutos en la Ligue 1 ante Clermont (2 a 0, Montpellier (5 a 0) y Lille (7 a 1). Hasta acá todo parecía ser normal. Pero en la cuarta fecha dejó de ser intocable. La Pulga salió ante Mónaco (1 a 1) a los 86’ para dejarle lugar a Sarabia. Su cara dejó en claro que nunca le gusta dejar el campo de juego. El mundo comenzó a viralizar esa imagen y caló hondo puertas hacia adentro del club parisino. Sin embargo, idéntica situación atravesó el rosarino más famoso de la modernidad cuando llegó el turno de visitar a Toulouse, por la 5ª jornada. A los 82’ le cedió su lugar a Hakimi en el triunfo 3 a 0.
Técnicamente diferente
Frente a Nantes (3 a 0) volvió a jugar los 90’ luego de un mar de rumores y estela mediática porque Messi había puesto cara de pocos amigos tras venir siendo reemplazado seguido. Mientras que en el bautismo de la Champions League, el entrenador volvió a reemplazarlo. Fue en el triunfal partido ante Juventus por 2 a 1 jugado el pasado martes en el Parque de los Príncipes. Leo salió a 83’ para darle su lugar a Carlos Soler. Y otra vez se abrió la polémica e incertidumbre porque Christophe Galtier no tuvo empacho en mandarlo al banco, más allá de que luego argumentó que “al final del partido, quería dejar respirar a Messi”.
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Messi salió desconcertado ante Juventus por decisión del DT Galtier.
También hay que remarcar que el DT francés le cortó una racha de 63 partidos por Champions sin salir al mejor jugador del mundo. Los registros estadísticos marcan que hacía ocho años que Messi no era reemplazado en un partido de semejante magnitud.
La última vez data del 21 de octubre de 2014, cuando Barcelona venció 3 a 1 a Ajax en el Camp Nou, en un partido también de la fase de grupos. En aquella jornada, tras facturar el segundo gol azulgrana, Leo fue sustituido por el hispano-marroquí Munir El Haddadi.
Entre una sustitución y otra pasaron 3.242 días. Aunque lo que en la actualidad es llamativo puede erigirse en habitual teniendo en cuenta las últimas decisiones de Galtier. El técnico suplió a Messi en tres de sus últimos cuatro encuentros: contra Mónaco y Toulouse en Ligue 1 y ante Juve. Y otra vez en el mundillo del fútbol se habla de esta postura que adoptó el DT galo.
Como dato extra hay que resaltar que la temporada pasada, en los partidos que Messi jugó desde el inicio, Mauricio Pochettino solo lo sustituyó en una sola ocasión: contra Lyon el 19 de septiembre de 2021, cuando Achraf Hakimi entró en su lugar a los 76’. Y a Leo no le sentó bien dejar el campo porque está acostumbrado a ser una pieza insustituible.
En la selección argentina es intocable. No es para menos. Lo sería para cualquier otro equipo. Tiene brillo propio y es un imán natural cuando agarra la pelota y la lleva con cariño bajo su fina y punzante suela zurda.
Pero en PSG parece ser que se convirtió en una pieza de recambio, pese a su invaluable calidad técnica. En este caso, y parafraseando al entrenador Néstor Gorosito, en esta ocasión bien podría aplicarse la célebre frase que empleó hace unos meses cuando disparó que “los franceses saben de perfumes, pero no de fútbol”.