Nunca se lo vio tan entregado a las emociones. El propio Flaco admitió que no lagrimeó ni cuando levantó la Copa del Mundo en el Mundial 78. César Luis Menotti estuvo a punto de llorar como si fuera un niño al que le roban una pelota de fútbol desde atrás. Hubo instantes en los que no sabía qué decir, balbuceaba frente al micrófono. Justo él que en cualquier ámbito hizo de la palabra un predicamento. Pero ayer a la mañana se quebró. Lo doblaron los recuerdos cuando escuchó a una multitud aplaudirlo de pie. Es que el Concejo Municipal de Rosario lo declaró deportista y técnico distinguido de la ciudad en la que nació: "Miren que en mi vida estuve en muchos lugares y hablé adelante de mucha gente. Pero esto, créanme, es diferente a todo. Es lo más difícil que me tocó en la vida. Que me distinga Rosario como deportista destacado es un título que siempre luciré con orgullo", le dijo el Flaco a Ovación, ya cuando el bullicio de la ceremonia protocolar en el recinto del Palacio Vasallo le había dado paso al sosiego para entablar un ida y vuelta con este diario.
—Aquellos que te conocen hace años coincidieron con que pocas veces se te vio tan emocionado como hoy. ¿Es así?
—Sí, puede ser. Es que soy muy flojito para este tipo de cosas. Para mí pasar por Rosario me acerca al final de la vida. Siempre cuando vengo me pregunto: ¿Será este el último año? Mi vida está acá, más allá de que viva en Buenos Aires. Lo poco bueno que tengo, se lo debo a Rosario. Y lo malo, lo adquirí de Buenos Aires. Rosario me formó para ser buena persona. Esta es una ciudad maravillosa. No sólo te sorprende por la costanera o el río, también por esas mujeres que siempre están tostaditas. Caminar por estas calles es como si estuviera en un concurso de belleza (risas).
—Te meto en el partido del jueves entre Central y River por la final de la Copa Argentina. ¿Ves al equipo de Coudet con muchas chances de ganar el título?
—Le tengo una confianza tremenda. Estoy más confiado que nunca. Esta vez se nos tiene que dar, viejo. El año pasado perdimos esa posibilidad por todo lo que pasó contra Boca, pero ahora lo veo distinto al equipo. Estoy confiado en que vamos a salir campeones.
—¿En qué aspecto notás distinto al equipo? ¿No creés que Central perdió el funcionamiento que tenía el año pasado?
—Es cierto que es un equipo inestable, pero como todos los que están en el fútbol argentino. Ni más ni menos que eso. Que esté confiado no quiere decir que River no sea un rival de cuidado. Este River de Gallardo le hace la vida imposible a cualquiera. Pero también veo que este Central atraviesa por un proceso de felicidad con Coudet. Por eso lo banco tanto al Chacho. Le devolvió la alegría al hincha que va a la cancha o ve por televisión al equipo. Es un pibe que conozco y le tengo un aprecio especial. Además, recuerdo las charlas y las comidas que teníamos en Guadalajara cuando él estaba jugando allá.
—¿Le tenés fe porque sos hincha de Central o porque te gusta cómo juega?
—Las dos cosas. Como hincha quiero que Central gane siempre y además me encanta cómo juega este Central. Lo que me encanta es el perfil colectivo que logró este equipo. No se achica nunca, va para adelante pero con criterio, no a lo loco. No le van a ganar fácil.
—Mirá que en el torneo local no anda muy bien y está cumpliendo una campaña bastante pobre.
—Son momentos que tienen los equipos. Lo que destaco es el lazo que supo construir este Central con la gente. Me emociona cuando veo que el hincha hasta hace lo que no tiene a su alcance para viajar y seguir al equipo en las sedes por la Copa Argentina. Eso solamente se logra cuando el equipo te representa.
—¿Por qué no vas a verlo al Gigante o en las distintas ciudades cuando juega por la Copa Argentina?
—¿Sabés por qué no voy? Porque tengo miedo de ir y que Central pierda. Muchas veces me planteé eso y al final no voy. En este torneo perdió varios partidos y dije que iba a ir total ya había perdido. Pero siempre algo me frena.
—¿El jueves vas a Córdoba contra River?
—Tengo unas ganas bárbaras de ir, pero prefiero quedarme.
—¿Coincidís con que esta final encaja justo para que Teo sea la gran figura de la noche?
—Depende de Teo. Es un jugador que tiene un problema de escenario. Siempre hay una tabla que se le mueve y lo hace trastabillar. Si él se dedicara sólo a jugar es un jugador excepcional. Es de esos temerarios para el adversario. Confío mucho en él porque realmente juega bien.
—¿No te gustó lo que hizo cuando le convirtió el empate a Boca y lo festejó haciéndose la seña en alusión a que es hincha de River?
No me gustan ese tipo de festejos. Para qué hacer eso si convirtió un gol maravilloso. No lo entiendo, pero bueno...
—¿El negocio de Central está en disputarle la tenencia de la pelota a River?
—Mirá, no creo que River se le anime a tanto. Ningún equipo lo ataca a Central. Los rivales le tienen mucho respeto porque saben que cuando agarran la pelota Lo Celso, Montoya, Teo o Ruben cualquier equipo está en problemas. Tampoco creamos que River juega tan bien.
—Entonces, ¿Central saldrá a prepotearlo de entrada?
—No, pará pará. Eso tampoco. Lo que quiero es que Central no asuma un papel parecido al del segundo tiempo contra Boca en Córdoba. Ahí sí que la pasamos bastante mal. En el primero tiempo aprovechamos bien nuestro momento, hicimos los goles con el pibe Fernández y Herrera, pero después no fuimos muy atrás. El equipo no pudo defenderse con la pelota ni salir del ahogo. Si Central logró una relación afectiva con su gente es porque no sabe convivir siempre cerca del arco propio. Igual, River tendrá que jugar muy bien para ganarnos. De lo contrario no tiene ninguna posibilidad. Además, como te dije recién, no lo vi jugar tan bien en los últimos tiempos a River. Por eso soy puro optimismo.
—¿Ves al equipo con otra fuerza con relación a la final pasada contra Boca?
A esa final Central llegó mejor desde lo futbolístico. El equipo tenía otros jugadores y estaba más entero. Ahora es diferente. Reconozco que hubo cierta inestabilidad en el juego en este semestre. Sería necio negar eso. El equipo entró a girar en esa rueda en la que están la mayoría de los equipos. Pero igual tiene un distintivo que lo hace diferente cuando se planta en cualquier estadio y ante cualquier rival.
—¿Cómo evaluarías el proceso de Coudet si no gana la Copa Argentina?
Lo que hizo Coudet en Central no depende de un campeonato. El aporte que le hizo al club pasa por otro lado. Se nota que cada vez que el equipo juega el hincha se siente identificado. Este Central recuperó el vínculo afectivo con la gente. Otro mérito es que peleó todos los campeonatos con un equipo que dignificó el gusto del hincha.
—¿Te parece bien que el Chacho evalúe la posibilidad de irse si este año no gana el título?
No sé qué decirte porque no estoy conviviendo con él ni sé realmente lo que piensa. Hablo por lo que veo como hincha de Central. Desde que está Coudet el equipo juega como a mí me gusta. Es un técnico bárbaro. Ojalá que no se vaya nunca de Central.
—¿Qué significa que el Chelito Delgado esté acompañándote en este momento?
Una alegría inmensa porque lo tuve de muy pibito y hoy lo veo ya hecho un hombre. Además es un futbolista que llegó a lugares que son muy complejos y que nacieron en situaciones complejas. Siempre regresar al barrio te crea algún tipo de dificultades y el Chelito demostró que se puede volver sin perder la esencia. Yo siempre supo que se iba a convertir en un gran futbolista.
—¿Aprendió o no tirar centros?
Sí, y cómo aprendió. Ya no le tira centros a cualquiera como hacía cuando yo lo agarré cuando estuvo como técnico de Central.
—¿Vas a volver a dirigir a Central?
No creo. Desde lo afectivo siempre estoy en Central. Además me peleé mucho con los dirigentes por el manejo del club. Sobre todo en la etapa de Pablo Scarabino como presidente. Tuve grandes enfrentamientos con él.