"Un toque, dos toques, un toque, dos toques. Ahora no hay espacios, hay que jugar rápido, te presionan todo el tiempo. Ya no alcanza con jugar bien, hay que ser inteligente..."
"Un toque, dos toques, un toque, dos toques. Ahora no hay espacios, hay que jugar rápido, te presionan todo el tiempo. Ya no alcanza con jugar bien, hay que ser inteligente..."
José Machetti, odontólogo de profesión, anda por los 65 y conformó una dupla técnica muy efectiva y recordada con Oscar Feliciano Craiyacich, un áspero ex zaguero central canalla que jugó al lado de José Daniel Van Tuyne primero y el Patón Bauza después. Oscar tenía, tiene, tanta cara de malo como lo requiere un número dos. Formó parte de una línea de fondo de Central que sale de memoria: Ghielmetti, Craiyacich, Bauza y García.
José también fue zaguero central y siempre fue el mediático de la dupla aunque no tenga nada de mediático, pero los contactos con la prensa eran siempre de él, muy rara vez hablaba Craiyacich. "Jugaba de 2 o de 6 y a veces de volante central, nunca tuve problemas con el perfil", responde en la sala de espera de su consultorio de San Martín al fondo, en los dominios de los Solari.
A propósito, Machetti integró el equipo fundador de Renato Cesarini. Estuvo a la par de Ermindo y Daniel Onega, de Luis Artime, de Gonzalito, del Pocho Pianetti, entre otros. "En ese equipo yo jugaba de cinco", apunta.
Ese equipo, como él le dice, ganó, lógicamente, el primer torneo de la Rosarina que disputó.
La historia deportiva de Machetti es riquísima, aunque su bajo perfil la mantenga en un segundo plano.
Quedó escrita su relación con el mítico club Renato Cesarini, que ya de por sí tiene un nombre mítico, pero además fue convocado por Edgardo Bauza cuando el Patón asumió como coordinador de las inferiores canallas. "El jugador que más me sorprendió en esa época fue Colusso. Pasó directamente de la sexta a primera, no hizo ni quinta, ni cuarta, ni tercera. El Negro Marchetta lo llevó a primera", recuerda Machetti, que también trabajó en la reserva de Newell's durante el final de la gestión de Eduardo López. Por supuesto que al Parque no pudo ir con Craiyacich.
"En esa época uno de los más sobresalientes era Pablo Pérez. Me acuerdo que (Nery) Pumpido estaba terminando de organizar la pretemporada y el Turco (Fernando) Alí anotaba los posibles novatos. Ese día Pablo, que siempre tuvo carácter fuerte, se había ido enojado a la casa porque estaba cansado de no tener chances. Se lo sugerí a Pumpido y lo llevó. A él y a tres o cuatro más. Y ahí empezó su carrera. Creo que Pablo no conoce esa historia", rememora Machetti que tuvo una lista interminable de futuros consagrados en las inferiores de Central y Newell's.
José y el Chaqueño, que es rosarino, fueron tentados por otro rosarino, José Omar Pastoriza, para ir a trabajar a Venezuela cuando el Pato se hizo cargo de la selección caribeña a fines de los 90. "Estuvimos viendo, pero al final nos quedamos acá", se conforma.
Bastante más atrás en el tiempo, el Indio Solari lo designó para estar al frente del plantel sparring de Renato que viajó a México para entrenar a la selección argentina antes del Mundial 86.
"Sensini tenía el mismo estado físico que los profesionales, era impresionante. En un partido de práctica con público le metió un golazo bárbaro a Pumpido de 30 metros. Y después empezaron a pasar los minutos y la selección no podía empatar. Como es lógico, empezaron a repetirse los córners y los tiros libres hasta que Passarella hizo el 2 a 1. Inmediatamente terminó la práctica", se sonríe Machetti aceptando la lógica de todos los entrenamientos con juveniles: ganan los mayores a como dé lugar.
¿Qué te gusta más la dirección técnica o la odontología?
El fútbol, el fútbol es mi pasión. Cuando me reúno con amigos siempre el tema principal es el fútbol.
¿Con Oscar te juntás?
Ahora nos vemos menos, pero de vez en cuando hablamos. Es una persona excelente.
¿Cambió mucho el fútbol?
Hoy hay más dinámica, se presiona más, hay menos espacios. Hoy el jugador tiene que ser inteligente, jugar a un toque, dos toques como máximo. Hace unos años el jugador hábil jugaba sin problemas, hoy no alcanza, tiene que ser inteligente, tiene que resolver a un toque, dos toques. Son cosas que hay que ir mecanizando con el trabajo. No puede ser que un chico llegue a la edad de primer contrato sin saber perfilarse en la cancha. Todo eso depende de la formación, del trabajo constante.
La foja de servicios de Machetti, y Craiyacich, incluye el partido memorable de 1995 en el que Central Córdoba goleó 3 a 0 al Estudiantes ya campeón de la B Nacional que dirigían Russo y Manera. Fue en la cancha de Newell's, Cozzoni hizo 2 y Lanzidei el otro.
"En ese torneo tuvimos una racha de partidos ganados muy buena, fueron como 14", cuenta con orgullo Machetti.
¿Te jugó en contra haber trabajado en Newell's durante el gobierno de López?
No, no creo. Sí es cierto que cuando asumió la comisión siguiente (Guillermo Lorente) quiso limpiar todo. Por eso agarró (Ricardo) Johansen.
Quizás su participación en la reserva leprosa y las inferiores canallas sean los puntos altos del currículum de José, pero los mejores recuerdos pertenecen a su paso junto a Craiyacich por Argentino y Central Córdoba.
Fue el entrenador salaíto cuando el equipo de barrio Sarmiento terminó subcampeón en la B Metropolitana en 1989 y descendió a la C porque arrastraba un promedio muy pobre. Pero la dupla estuvo a punto de obrar el milagro. Al año siguiente Argentino volvió a la B tras derrotar a Defensores de Cambaceres con aquel recordado gol del queridísimo Toto Piva.
"A Piva lo hicimos debutar nosotros. Después se fue a Independiente. En ese equipo estaba Arrabal, Cachula Gámez, Bivona..."
La charla se termina y José comete el único exabrupto cuando habla de sus cualidades como futbolista: "Era un jugador ahí, regular. Sabía lo que tenía que hacer y más o menos cumplía".
Sí claro, era una ironía, jamás se aleja de la humildad y el perfil bajo. Debe ser genético.