El noruego Margus Carlsen ganó el campeonato del mundo de ajedrez casi sin despeinarse. Superó al ruso Ian Nepomniachtchi en el juego 11 de un match pactado a 14 partidas. En el balance global, Carlsen se impuso por 7.5 a 3.5 contra Nepo, quien lució errático durante todo el campeonato jugado en Dubai, mostrando un nivel sorprendentemente pobre para un jugador de élite.
Esta fue la cuarta defensa de Carlsen desde que trepara a la cima del ajedrez mundial en 2013, cuando venció al indio Viswanathan Anand. Fue, también, la victoria más fácil conseguida contra un retador al título. En 2016 doblegó al ruso Serguei Kariakin en desempate de partidas rápidas. Lo mismo hizo en 2018 contra el italo-estadounidense Fabio Caruana.
El desempeño de Carlsen desde que se coronó campeón mundial ha sido notable: perdió una sola partida, contra Karakian, pero en jugo rápido. El noruego va con paso firme a dominar el mundo del tablero de este tiempo como lo hizo el gran Gari Kaspárov en las décadas del 80 y del 90.
Nepomniachtchi nunca pudo dar la talla para este reto. El ruso triunfó en el Torneo de Candidatos en abril pasado y se ganó el derecho al desafío contra Carlsen. Tuvo bastante tiempo para preparar el duelo. Incluso, contrató a un psicólogo para paliar uno de sus principales déficit: su estabilidad emocional.
Parecía que esa visita al diván había dado sus frutos. En las primeras cinco rondas jugó duro y serio frente a esa computadora humana que es Carlsen. Pudo, incluso, ganar en el juego 2, pero prefirió no arriesgar. Primera señal de alarma: el riesgo, el atrevimiento por salirse de las líneas más trilladas de la teoría, caracterizaba el juego del ruso. Gracias a esa osadía, desde el 24 de noviembre pasado estaba sentado frente al noruego.
Pero todo se derrumbó en la manga 6, la partida más larga de la historia de los campeonatos mundiales, con 136 jugadas en más de ocho horas. Superó el récord que compartían Anatoly Karpov y Viktor Korchnoi de 124 jugadas cuando se enfrentaron en 1978.
Paréntesis: esa partida, a diferencia de esta, tuvo condimentos políticos que sazonaron el morbo: Karpov era el máximo representante de la escuela soviética; Korchnoi, el desertor irreverente de la ex URSS. Ese match (que se jugó en Manila, Filipinas) fue más interesante por lo que sucedía afuera que adentro de la sala del tablero, con acusaciones cruzadas sobre la existencia de hipnotizadores y agentes de la KGB.
Volviendo al juego 6. A partir de esa derrota, el ruso se quedó sin oxígeno cuando faltaba todavía subir casi toda la montaña. A excepción de la ronda 7, que fue una suerte de transición luego de la agotadora jornada anterior (firmaron tablas en el movimiento 41), las partidas 8 y 9 exhibieron el desbarranque total de Nepo, quien realizó jugadas propias de principiantes. El propio ruso, en la conferencia de prensa, pidió disculpas por el nivel mostrado. El mismo dijo que su juego era impropio para un gran maestro de ajedrez y un aspirante al título mundial.
Y Carlsen siempre fue Carlsen. Frío, sereno y calculador, hizo pagar caro cada error de Nepo, que los cometió con más frecuencia luego de la ronda 6, donde se quebró psicológicamente.
En la partida que remató el pleito (la 11, jugada el vienes), Nepo volvió a hacer una jugada de novato que sentenció el match a favor del noruego. Pero, increíblemente, Carlsen no vio un jaque mate en tres movimientos. Todo muy raro. La duda se instaló entre los comentaristas españoles que transmitieron en vivo todo el campeonato por un canal de Youtube. ¿Simplemente no vio esa jugada de mate o prefirió someterlo a una muerte lenta? “Carlsen te tortura. Le está cortando el cuello con una hoja de afeitar”, observó un espectador que estaba interactuando on line con los especialistas.
“Estoy particularmente orgulloso de mi victoria en la sexta partida, que desniveló la lucha por completo. Mi rival ya no fue el mismo después de eso”, dijo el campeón Carlsen cuando los periodistas lo entrevistaron luego de liquidar el pleito contra el ruso.
El noruego seguirá reinando en el ajedrez por tres años más, cuando defienda nuevamente el título. A Nepo le queda insistir con el diván para sobreponerse de ese tremendo golpe psicológico.
Pero a ambos, más a Carlsen, los espera el iraní nacionalizado francés Alieza Firouzja, quien a sus 18 años rompió este año el récord de ser el jugador más joven en superar los 2.800 puntos Elo. En este ítem superó a Kaspárov, que lo logró a los 24 años.
A preparar ya las butacas para ese hipotética batalla.