Controlando con esfuerzo las lágrimas, el presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, prometió que su gobierno empezará a trabajar "mañana mismo" para que los Juegos de Río de Janeiro sean los mejores de la historia. Lula apuntó que la conquista de los Juegos Olímpicos marca un antes y un después en la historia de su país: "Siempre creí que a Brasil le faltaba algo. Fuimos colonizados, y por eso teníamos la costumbre de sentirnos pequeños y poco importantes. Creíamos que los otros podían y nosotros no". El presidente lloró casi todo el tiempo. "Podría morirme ahora", confesó. "Esta no es una victoria individual, sino de 190 millones de almas (la población de Brasil), una victoria del continente sudamericano, una victoria de toda América Latina". Según Lula, el triunfo de Río de Janeiro fue posible porque los brasileños ofrecieron algo diferente a los electores del COI: "alma y corazón".