El rugby argentino si no tiene problemas se los crea y esta vez, impensadamente, el punto de partida fue el fallido homenaje al fallecido Diego Maradona, que ofició de primer paso hacia una caótica semana marcada por las diferencias entre Los Pumas y los dirigentes de la UAR.
El distanciamiento Los Pumas-UAR se vio potenciado además por la irrupción de mensajes racistas y xenófobos escritos hace ocho años por los jugadores Pablo Matera, a quien se le quitó la capitanía del equipo, Guido Petti y Santiago Socino, que motivó una sanción por parte de la UAR, que luego dio marcha atrás.
Esta problemática situación nació el sábado pasado cuando Los Pumas realizaron como único homenaje por la muerte de Maradona el colocarse en el brazo una trozo de cinta adhesiva negra a manera de brazalete. Un escaso gesto hacia el ídolo que despertó una fuerte crítica habida cuenta de que el mundo entero se rindió sin límites y realizó homenajes, conmovido por el fallecimiento del "10”.
Además, la actitud de Los Pumas encontró como contraste el inesperado homenaje de los All Blacks, que antes de realizar el tradicional Haka le ofrendó al equipo argentino, a través del capitán Sam Cane, una casaca negra con el 10 y el nombre de Maradona.
La fogata comenzó a encenderse y horas después el fuego se avivó con los dichos de Marcelo Loffreda, manager deportivo de Los Pumas, quien expresó, con poco tacto, que "el homenaje con el brazalete había sido decisión de los jugadores y el cuerpo técnico”.
El plantel se sintió expuesto y consideró que la UAR era la encargada de determinar qué homenaje se le iba realizar y que, ante el descontento popular para con Los Pumas, equipo por el que siempre Maradona profesó gran admiración y cariño, la Unión decidió abrirse de la situación sin dar respuestas.
Y si algo le faltaba a esta incipiente distanciamiento llegó el escándalo con los mensajes en la red social Twitter de Matera, el emblema del equipo por entrega y temperamento, Petti, uno de los mejores segunda línea del mundo, y Socino.
Los tuits fueron rescatados en una "operación” encabeza por un entusiasta troll, alguien encargado de recuperar mensajes en redes sociales procurando controversias, y recibieron devastadoras y justificadas críticas.
Los mensajes fueron escritos hace ocho años, cuando los jugadores tenían entre 18 y 20 años, y eran un canto al racismo, la discriminación y se ganaron sin dudas el rotulo de repugnantes.
Ante el escándalo, la UAR, con suma rapidez e impulsividad, sancionó a los tres jugadores, revocando la capitanía de Matera y suspendiéndolos hasta tanto se defina su situación, iniciando un proceso disciplinario a cargo de la Comisión responsable del área.
Si algo le faltaba al enfrentamiento Los Pumas-UAR era esa sanción cuando el plantel aguardaba una respuesta, tras haber argumentando que "los tres jugadores crecieron y cambiaron su mentalidad en los ocho años pasados desde que escribieron esos mensajes y que el rugby había sido fundamento de ese cambio”.
El enojo del plantel ya era manifiesto y la última semana de trabajo en el Tres Naciones, en donde Los Pumas cumplieron una relevante actuación venciendo a los All Blacks por primera vez e igualando la semana siguiente ante Australia, se transformó en una interminable sucesión de conflictos y malas decisiones.
El plantel no se entrenó y comenzó a sobrevolar en Sídney el fantasma de la no presentación de Los Pumas ante los Wallabies, como manera de exponer el descontento del plantel para con la UAR.
No obstante, ese idea murió antes de nacer al tomar en cuenta el enorme perjuicio que le ocasionaría el rugby argentino, ya que iba contra acuerdos comerciales y arreglos con la TV que ocasionarían conflictos harto difíciles de sobrellevar.
La UAR, que actúa más por impulsos que por razonamiento, decidió dejar sin efecto las sanciones considerando que el sostenimiento de las medidas preventivas "resultan innecesarias”, según el comunicado oficial difundido a los medios de prensa.
La marcha atrás de la dirigencia, que es eso más allá de la forma en que la quiso maquillar, no es un pedido de disculpas. Pero sí una admisión de culpas que revela un vacío de autoridad.
Hoy Argentina se despide del Tres Naciones y es la última semana del plantel en Australia, que iba a ser toda felicidad y trabajo mancomunado, devino en todo lo contrario, miradas torvas y sensación de soledad ante los malos momentos.
Sólo resta esperar que ante Australia se muestre una mejor cara y que el rugby argentino salga de esta intriga lo más indemne posible. Pero da la impresión que hasta ahora se observó la punta del iceberg y que debajo de la superficie la tormenta no cesó.