Nada de los atributos que Newell's mostró durante el torneo salieron a la luz en el bosque platense. Lo ganaba desde el primer minuto y le duró un lapso de 15' la supremacía contra Gimnasia. Con el tanto del empate, se desbarrancó, lamentando las oportunidades desperdiciadas. Y ese conjunto que acostumbró a mostrarse sólido fue derribado como un castillo de naipes, con una contundente derrota por 3 a 1 en La Plata. Adiós a la ilusión de clasificar a los cuartos de final.
Mejor imposible había sido el comienzo de Newell’s. Al minuto de juego, Méndez tocó de primera para la corrida de Garro. Castro recibió el centro pasado y la cedió para que Pablo Pérez le impacte de zurda sin dudar. El balón se metió pegado al palo derecho.
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Pablo Pérez ya convirtió y festeja su gol.
Si Gimnasia necesitaba ganar y se presumía que saldría a atacar desde los primeros instantes, qué decir con el marcador adverso tan pronto. Se volcó a la ofensiva con decisión. Newell’s no se inmutó. Espero agazapado, abroquelado en su campo, atento a sacar réplicas punzantes. Parado así, con ese planteo, se sostuvo y fue profundo, con tres chances inmejorables para aumentar en el cuarto de hora.
La impericia para definir, más que las intervenciones del arquero Rey, lo privaron de anotar el segundo. Por dos veces lo tuvo Juanchón García y en otra Garro. No le dieron con justeza y el golero les sacó los remates.
Semejantes ocasiones desperdiciadas le costarían demasiado caro. Aleman encontró un hueco a la espalda de Méndez y hacia ese sitio dirigió la pelota para la escapada de Sosa. El envío hacia el área fue conectado de cabeza por Ramírez, superando en el salto a Luciano, para empatarlo.
Desde ese momento, la lepra no fue capaz de apoderarse de la pelota. El arco del lobo le quedó muy lejos. Impreciso, adoptando decisiones equivocadas en los contraataques, quedó a merced de lo que proponía el conjunto de Pipo Gorosito. Castro no pesaba en la generación.
Y sin contención en la mitad de cancha rojinegra, Newell’s no supo de qué manera impedir que Aleman la distribuya con criterio. Fernández, impotente, se repitió en las infracciones. Aparte, en el fondo rojinegro, los laterales fueron vía libre para que Carbonero, un suplicio para Luciano, y Sosa lleguen con seguridad hasta el fondo. La figura de Arboleda se agigantó durante esos pasajes adversos, tapando sendos remates de Tarragona y Carbonero.
Gimnasia le pagaría a Newell’s con la misma moneda que le facturó la visita en el inicio del partido. A los 2’ de la segunda etapa, Sosa penetró por el sector de Méndez y con un tiro cruzado superó la estirada de Arboleda. El desconcierto de la lepra fue absoluto. Avanzó en el terreno porque así lo demandaba la situación, sin juego ni ideas. El lobo lucía mejor plantado y la lepra quedó sumergido en la confusión. Tanta que se descuidó en un córner de Aleman y Sosa la empujó a la red con su muslo.
Los nervios se apoderaron de Newell’s. Sabía que los cuartos de final se le escapaban. Pablo Pérez se hizo expulsar al bajarlo a Alemán y a posterior pelearse con otros futbolistas. Con uno menos, el resultado desfavorable, y el juego mucho más, el equipo rojinegro se fue resignando. Lo mejor había quedado atrás hacía un largo tiempo. Si al menos la controló mayor tiempo fue porque el lobo sacó el pie del acelerador. Así y todo siguió llegando con peligro. Ramírez le erró al arco, después de escaparse de Ditta, y Tarragona la estrelló en el palo.
El ingreso de Sforza, Sordo y Cingolani fue para darle una mayor vitalidad a la lepra. La realidad es que debía darse un vuelco rotundo y nada de eso sucedió. La suerte de Newell’s ya estaba echada y así, con frustración, cerró el torneo sin cuartos de final.