“Serán los días más felices que puedas tu vivir, con luz de mil matices…” No podía haber cortina musical mejor para estas Leonas y su triunfo en cuartos de final sobre Holanda por 1 a 0 que “Tengo (Un mundo de sensaciones)” cantado con la polenta de Divididos, la aplanadora del rock. Porque esa es la realidad de estas Leonas hoy: viven en un mundo de sensaciones que van cambiando mientras se reacomodan a una nueva era, a las ausencias y a un nuevo equipo que no deja las convicciones en la puerta de entrada del Estadio Mundialista de Rosario. Venían de dos traspiés, de ser últimas en su grupo y tenían que chocar con el cuco. No fueron una aplanadora como Divididos, es cierto, pero jugaron muy inteligentemente y merecieron la victoria. Delfina Merino, otra vez con un latigazo de revés, marcó para Argentina, que necesitaba esta victoria como el oxígeno para respirar.
Fue una pena que el Mundialista haya estado anoche en un tercio de su capacidad. Porque un Holanda-Argentina en hockey siempre es imperdible. No importa cómo venga cada uno. Es un clásico y los clásicos tienen condimentos especiales. Las Leonas llegaron muy golpeadas, fue una gran desazón haber quedado últimas en la fase de grupos y tener que afrontar lo que muchos consideraban una final anticipada. Pero con el correr de las horas supieron capitalizar la bronca en algo positivo. Se unieron como en las mejores épocas y laburaron a full para que el impacto de haber perdido ante Australia y China no pesara tanto. En las redes sociales mostraron esa unión que vienen pregonando en pos de la salud del equipo y les dio resultado. A veces, cuando hay carencias desde lo técnico o en nombres, es importante la búsqueda del equilibrio aunque sea desde lo grupal, desde lo humano.
Hoy estas Leonas están en ese camino. Ganaron muy bien el primer encuentro frente a Gran Bretaña, cayeron sobre la chicharra y sin merecerlo ante Australia y se toparon con una muralla China que las sorprendió y las venció con autoridad. Pero en los cuartos de final supieron sacar la cabeza y, sobre todo, esa garra y ese corazón que caracteriza su historia grande. La esencia aflora. Y con ello no pueden menos que ilusionarse de cara a las semifinales. No son tan geniales ahora que vencieron al campeón del mundo más allá de que no pasaron sobresaltos. Ni eran las peores tras dos caídas consecutivas. Son Las Leonas, candidatas siempre y con el plus de ser locales. Apenas eso.
Ayer encontraron el gol en el amanecer del partido gracias a una definición fantástica de Merino. Pecado mortal cometieron las holandesas dejándola recibir sola en el área cuando apenas iban 4’. Y Delfina no las perdonó, para gritarlo con todo y darle rienda suelta al desahogo. Luego hubo que apretar los dientes ante los reiterados córners cortos que generó la Naranja: seis. Pero gracias a la siempre formidable Belén Succi y a que Holanda no trajo a su francotiradora Maartje Paumen, no hubo qué lamentar.
Argentina ejecutó desde el fijo en tres oportunidades, pero sin efectividad también. El resto de las acciones fueron de dominio compartido, aunque sin tanta peligrosidad. Por momentos fue raro ver un encuentro “planchado” entre dos equipos tan talentosos, pero eso era lo redituable para estas Leonas.
Se fueron los cuartos de final de la Ronda Final de la Liga Mundial y Argentina salió airosa y feliz. Las lágrimas de Succi apenas sonó la chicharra del final hablaron tan elocuentemente de lo que significó este triunfo como la montaña humana que armaron el resto de las chicas festejando. Sonó a título. Pero solamente fue un paso hacia él. Aunque gigante para volver a soñar y enfrentar mañana a China, que venció a Corea por 3 a 1, por un lugar en la final.
¡Bien, Leonas!