Menos mal que Lionel Messi miró plácidamente la final de la Champions League entre Real Madrid y Liverpool descansando en el predio de Ezeiza. Pensar que muchos aseguraron que Leo llegaba deprimido a la preparación para el Mundial 2018 por no haber estado con Barcelona ayer en el estadio Olímpico de Kiev definiendo al mejor de Europa. Qué hubieran dicho esos pesimistas obcecados si al rosarino le ocurría lo que le pasó a los 30 minutos del partido a Mohamed Salah. El jugador egipcio, conocido en el mundillo futbolístico como el Messi asiático, debió dejar la cancha entre lágrimas por una lesión en el hombro izquierdo y corre serio riesgo su participación en el Mundial 2018. Conviene ni pensar si esto le pasaba a Messi. Realmente hubiera provocado taquicardia si Leo hoy estuviera en lugar de Salah. Por suerte el rosarino miró el partido sano y salvo en el predio de Ezeiza y toda Argentina respira.
Seguramente no faltará alguno que se crea el abogado del diablo y salga al cruce de estas líneas. Porque planteará, y con razón, que Cristiano Ronaldo también jugó la final en Ucrania y salió sin un magullón. Encima con el ánimo por la nubes porque se arropó con el traje de superhéroe para levantar la tercera orejona consecutiva con la camiseta de Real Madrid. Todo Portugal no sólo se seca la transpiración, sino que disfruta porque ahora CR7 se enfocará exclusivamente en la cita en tierras moscovitas. Con Messi no sirve ni hay que alentar esa lógica. Por eso valió la pena que quedara afuera antes de la final. Por la dimensión imperial que tiene Leo para la selección argentina siempre es preferible tenerlo en Ezeiza, junto a sus compañeros y procesando el mensaje de Sampaoli, que desplegando su magia con la camiseta de Barcelona. Sobre todo cuando el Mundial ya empezó a jugarse desde Ushuaia a La Quiaca y en cada recoveco del país. Si él estuviera ahora en Europa, por más participación mínima que tenga, el cuerpo técnico de la selección argentina tendría el corazón en la boca. Basta mirar en reiteradas veces la jugada zonza que ayer protagonizaron Salah y Sergio Ramos y que terminó con el egipcio lesionado.
Cuentan que Messi miró con atención el desarrollo del partido y la posterior consagración de Real Madrid. Que tiró un par de conceptos futbolísticos y que se apenó cuando vio la imagen de Salah llorando desconsolado dejando el campo de juego. En realidad no hizo más que ponerse en el lugar de su colega egipcio. Por suerte para todos, Leo no vivió en carne propia ese calvario. Lo suyo fue ver la final junto a sus compañeros de la selección, sanito y con la mente sólo puesta en levantar la Copa del Mundo en Rusia. Eso lo desvela.