Arrancó excelente. Sumando porotos bien gordos y planificando la obra con trazos finos y contundentes. A este renovado Central nada parece atormentarlo, pese a que venía a los ponchazos limpios en la Superliga y se había quedado sin final de Copa Argentina. Leo Fernández es el flamante arquitecto de este proyecto. Un técnico que sin dudar le puso el sello made in casa a la formación para visitar a Talleres. Y Central sorprendió anoche en esta ciudad al dejar atónito a Talleres, que venía a un ritmo prácticamente demoledor.
El equipo mostró cierto orden. También una veta de progreso de la mano del conductor, quien tomó sin chistar el fierro caliente que le dejó por los caprichos del destino Paolo Montero. Y no es poca cosa para este plantel que se había acostumbrado a mirar con timidez y con la cabeza gacha a sus rivales. No obstante, los de Arroyito parecen haber encontrado sin proponérselo la horma de su zapato en la figura del ex DT de la reserva.
El reestreno de Fernández terminó siendo prometedor. El entrenador logró en apenas una semana de trabajo formatear el sistema de juego y chipearle la mentalidad a este grupo de jugadores, que en su interior siguen muy golpeados por haber dejado escapar la chance de jugar una nueva final de la Copa Argentina, más allá de la felicidad por haber logrado el primer triunfo en la Superliga contra Talleres.
En la previa todos tenían más que en claro que no había margen para seguir de rodillas y llorando por lo que no fue ni será. No fue una semana sencilla en Arroyito. Todo lo contrario. Arrancó con un Leo Fernández tomando por fuerza mayor la posta de un plantel bajoneado. Sin ese incentivo de poder luchar por un título. Pero el técnico fue moldeando a su antojo la formación para visitar a Talleres.
Y terminó brindando una presentación diferente. Es cierto que los movimientos de piezas en las funciones tácticas esta vez dieron buenos dividendos. Hasta los que se mostraron de entrada lograron hacer pie para sorpresa de la masa auriazul, que se acostó con otro semblante al menos. Hoy podrá despertar y ver el horizonte color esperanza. Al menos eso es lo que dejó como resultante el triunfazo con sabor a mucho ante los albiazules, que se habían acostumbrado a tumbar a casi todos los muñecos que pisaban el Kempes.
Pero ayer no pudieron con el equipo de Leo. Un Fernández que con el resultado archivado mostró tener razón al poner a sus pibes. Algunos de los que ganaron la Copa Santa Fe. Los de reserva, que esperaban la chance para jugar en primera.
Fue así que la apuesta de Ledesma fue la más contundente. El arquero fue la figura excluyente. También acertó con Diego Becker, pese a que el volante ofensivo mostró lagunas. Quizá los nervios del debut de titular le pasaron factura al principio, pero no desentonó. Como también que se la jugó con Coscia, pese a que terminó expulsado. El goleador es una de las cartas más fuertes que tiene la cantera en la materia.
Lógico que el equipo mostró debilidades. Hay todavía mucho por corregir. También para potenciar porque Leo Fernández cuenta con un libro variado desde lo táctico por más que parezca un entrenador de turno. El también se juega el puesto. Porque agarró el mando de Central para quedarse y no ser una especie de mecánico de auxilio. Claro que le esperan tres durísimos exámenes más.
Pero anoche sacó un excelente en materia de puntajes. Logró que Central corte además una larga racha negativa. El equipo dio señales de estar vivo y de querer mejorar a la brevedad, pese al cimbronazo que fue perder ante Atlético Tucumán por la semi de la Copa Argentina.
A eso hay que sumarle que tiene como meta potenciar el patrimonio del club, que son los juveniles. Los verdaderos artífices de su economía. Fernández sabe bien dónde está parado. Tiene más que en claro que está frente a la gran chance de su carrera. Y pinta para sacar estadía completa en Arroyito.