El peor pecado que puede cometer Leonardo Fernández es dirigir estas cuatro fechas como técnico de Central copiando lo que hizo Edgardo Bauza sentado en el banco de la selección argentina. El flamante entrenador elegido por la comisión directiva para capear el temporal debe entrar en funciones pateando la puerta del vestuario. No sirve que ingrese silbando bajito, pidiendo dócilmente permiso y mucho menos entregándose a los tentáculos de la corriente "jugadorista" que se devoró el ciclo de Paolo Montero. Si se desliza por cualquiera de esos callejones es probable que no encuentre la salida y su estadía en la primera de Central sea tan efímera como lo fue cuando reemplazó hace casi un año a Eduardo Coudet.
Leo debe ser él y tocar las teclas del equipo sin tenerle miedo al qué dirán ni quedarse con las ganas de hacer algo que tiene en mente. Por algo lo eligieron. Poco importa que el presidente Raúl Broglia haya dicho públicamente que se contactaron con Juan Antonio Pizzi o Eduardo Coudet (ver aparte).
También sería un craso error que actúe en este momento paralizado por los nombres y pergaminos de los futbolistas a los que va a dirigir. Lo primero que debe saber Leo, como no lo supo en su momento el Patón cuando agarró la selección, es que llegó al banco soñado por descarte. Porque si la dirigencia canalla hubiera tenido la contestación positiva de un entrenador de la talla de Juan Antonio Pizzi, el Chacho Coudet o Vitamina Sánchez, seguramente hoy seguiría en la reserva canalla.
Pero eso no tiene que desmotivarlo. Tampoco empujarlo a que vea fantasmas a sus espaldas. Todo lo contrario. Que no haya sido la primera opción debe motorizarlo a construir su propia historia como técnico de Central. Por eso el equipo que el domingo visite a Talleres en Córdoba necesita de un técnico más intervencionista que adulador. Si Leo está convencido de que tiene que sentar en el banco a un cacique, llámese Marco Ruben o Paulo Ferrari, sólo por citar a dos de los jugadores con más quilates del plantel, no debe temblarle la mano para hacerlo. De lo contrario se lo va a deglutir la situación y también el plantel.
Por lo pronto, es un buen indicio para empezar su gestión que se hable de que pondrá como titulares a Emmanuel Ojeda en el mediocampo y también que se animará a sacarlo del arco al Ruso Rodríguez para darle pista a otro de sus pollos, Jeremías Ledesma. Lo mejor o más conveniente que puede hacer Leo es no atarse de pies y manos solito ni condicionarse por no tomar una decisión que afecte la armonía del grupo. Total, ponga a quien ponga, siempre su permanencia dependerá de los puntos que saque en los cuatro partidos que dirija. Por eso es de inteligente, mucho más en la situación en la que asumió Leo, que aproveche esta oportunidad de su vida haciendo lo que siente. No puede quedarse en el medio del río porque los tiburones de la primera división se lo van a comer. Y si se lo comen, que lo hagan porque fue fiel a sí mismo.