Viven en Buenos Aires pero como si nunca se hubieran ido ya comenzaron a palpitar el clásico. Rosarinos y figuras de la televisión porteña, el canalla Gerardo Rozín y el leproso Pachu Peña cuentan cómo sienten el partido de sus vidas. Los dos son caras conocidas que no merecen demasiada presentación. Pero no todos son puntos de contacto entre Rozín y Peña. Los separa el color de la camiseta y toda persona nacida en esta ciudad sabe que eso y hablar de la rivalidad de Montescos y Capuletos es prácticamente lo mismo.
Ovación les preguntó a ambos cómo viven la pasión auriazul y rojinegra a casi 400 kilómetros de distancia y sobre todo, cómo se preparan para este próximo clásico: el número 256 de la historia del fútbol rosarino.
Pachu cuando se enteró que también sería entrevistado Rozín para esta nota dijo: “Ahhh, a ese se la tengo jurada...”. Pero inmediatamente aclaró. “Es broma, por favor, no tomemos estas cosas tan en serio o se arma en Rosario. Tengamos un clásico en paz”. En cambio, Rozín le dio otra vuelta al tema de las bromas y gastadas entre leprosos y canallas.
“Lamento sinceramente que no se puedan hacer chistes porque la gente se enoja. Me parece una desgracia que mata al folclore y custodia a los violentos, que no somos precisamente los que hacemos bromas por el fútbol. Son otros los problemas y muchos más serios los que generan violencia. Resignar gastadas por unos salames me parece una pavada: el clásico se merece cargadas y chistes”.
No obstante, como las notas se hicieron telefónicamente y por separado decidirán finalmente Rozín y Pachu si se cargarán y cómo y difícilmente nos enteremos qué se dijeron.
José María “Pachu” Peña, humorista de 52 años y padre de cuatro hijos, se fue a vivir y trabajar a Buenos Aires en 1993, convocado por Marcelo Tinelli para Videomatch. “Pero siempre seguí a Ñuls”, remarcó como una obviedad.
“De hecho, actualmente si me dan los horarios termino el programa en la tele (“Peligro sin Codificar” que se emite por Telefé) y me voy a Rosario. Pero si jugamos temprano me mata”, aseguró. La confesión recordó su paso por el escenario de la fiesta del Martín Fierro en mayo de este año, cuando el programa donde trabaja fue reconocido por su labor humorística en 2013.
Cuando le llegó el turno a Pachu para los agradecimientos elogió a sus afectos y cerró con un “Aguante Newell”s”, e inmediatamente explotaron los mensajes leprosos por las redes sociales.
Los clásicos son los clásicos. Una verdad tan cruel como tonta de repetir. Por eso desde una hinchada y otra se viven como ningún otro partido, o se dicen cosas casi irracionales que no se repetirían en ningún otro escenario.
“No había ninguna posibilidad de que alguno de mis cuatro hijos fuera canaya: olvidate. Les inculqué la lepra desde pequeños. Sus compañeros acá (en Buenos Aires) son de Boca, Racing, Independiente, River... pero ellos, leprosos a full, es que yo vengo de una familia leprosa ciento por ciento por padre y madre”.
Pachu dijo que cuando era joven, si conocía una chica canalla, la cosa difícilmente prosperaba. Y luego, al ser padre, les inculcó la lepra a sus cuatro hijos.
Amigos canallas tiene, en Rosario, y también en Buenos Aires. “Nos tratamos con cordura: con Reinaldo Sietecasse y con Fito Páez no hay problemas, con otros no tanto”, dijo sin develar esas otras identidades. Aunque admitió que si pierde Ñuls, y más un clásico, lo vive como “un bajón”, le duele y se entristece. “No prendo ni la tele y trato de irme a dormir temprano. Pero a este clásico lo gana Ñuls 2 a 1”, remató.
Mi identidad. Rozín, de 44 años, padre de dos hijos y periodista, vive en Buenos Aires desde hace 24 años. Es productor y conductor de radio de un programa con título futbolero pero que va más allá de lo deportivo aunque se llame “Ganamos por abandono” y va por Radio América.
También lleva adelante por la tele, con Julieta Prandi, “Gracias por venir, gracias por estar”, que va por Telefé. Todo eso podría ser suficiente carta de presentación. Pero al currículum Rozín le agregó: “Soy de Central, es parte de mi identidad. Allí no tengo contradicción alguna. Ser de Central me define, me gusta”. Y muestra de ello, entre otras cosas, es la foto que eligió como portal de su muro en facebook: su imagen a los 5 años con la camiseta auriazul, en blanco y negro.
Reconoció que es de cargar a los leprosos. “Pero a mis amigos del secundario, a mis primos....soy livianito para la gastada: un recordatorio, un mensajito, un saludo, un abrazo. Con eso basta. Y cuando me cargan a mí me la aguanto, imaginate que trabajo en una radio muy futbolera, si pierdo un clásico me la banco, aunque como ganamos los dos últimos partidos vengo tranquilo“.
Y habló del clásico otra vez, pero no del rosarino sino del que los porteños gustan llamar “superclásico”. Entre uno y otro Rozín marcó las diferencias.
“¿Clásicos? Olvidate. Los porteños no tienen idea de lo que es eso. Me invitaron aver el superclásico Boca y River, cuando los millonarios volvieron de la B Nacional. Dicen que es el evento del mundo: no saben lo que dicen, no saben cómo se vive en Rosario. Lo digo siempre por la radio: si quieren ver un clásico en serio, vayan a Rosario. Sí, sí, acá en Buenos Aires hay clima, buena onda, cargadas... pero la pasión que se vive en Rosario es inigualable”.
Si gana Central, es simple, dijo que se siente feliz. Pero si pierde, hace cosas impresentables.
“Mi ex mujer tenía varios videos míos con los que me podría haber extorsionado. Todos son mirando partidos de fútbol. He llorado, me he agarrado de la cabeza mirando jugar a Central por la tele. Pero también me divierto mucho, ni hablar cuando veía partidos con Luis Rubio (humorista y personaje de Eber Ludueña), les decíamos a nuestros hijos cosas bien claras de quién eran los buenos y los malos en esta historia: y aprendieron. Los criamos bien canallas”, aseguró.
Rozín, por último, y a diferencia de Pachu se negó a hacer vaticinios para el clásico.
“No sé cómo saldrá el partido, pero cuando termine, sea cual sea el resultado, estaré como siempre contento. Porque no dudo, ni en las malas, sé que en el fútbol estoy del lado que quiero estar. Soy de Central”.
El ídolo rojinegro
Pachu se define “bien fanático” de Ñuls y justamente por eso confesó que tiene guardadas como reliquias varias camisetas que le regalaron los jugadores y muchas otras rojinegras que compra en el exterior aunque no sean del cuadro del Parque. “Tengo la de Flamengo y Atlético Paranaense, de Brasil, y me traje una bufanda de Alemania que no sé que carajo dice...pero como es roja y negra...”. Si se le pregunta por un ídolo rojinegro, Pachu dice: Mario Zanabria. “En realidad todos los que se pusieron la rojinegra son figuras para mí, pero si me pedís una: Zanabria”.
El ídolo auriazul
¿Objetos de Central? “Todos”, contestó sin dudar Rozín. “Pero no se compran todos juntos porque sería un salame: empezás con las camisetas, el llaverito, la taza, seguís con el babero para tus hijos, el cubrecama, la toalla: todo tengo”.
También a Rozín se le dio a elegir “una” figura centralista, pero terminó marcando dos.
“Siempre me emocioné con Omar Palma, el tipo tenía un guante en el pie... aunque no me olvido de Mario Kempes: ser un nenito y que el ídolo de tu equipo sea también el de la selección es muy fuerte”.