¿Qué tienen que ver los lupines con el fútbol? Mucho, sobre todo para el Club Atlético Argentino a cuyos jugadores e hinchas les dicen desde hace años los "salaítos". ¿Por qué? Por la pareja de españoles de José Pernía y doña Marta, quienes supieron vender lupines "bien salaítos", según pregonaban en el estadio del albo, en zona norte. Pero ahora, la presencia masiva de las mujeres en la cancha provocó que el mote también tuviera acepción femenina: las "salaítas" les dicen al grupo de 75 mujeres y niñas que juegan para los equipos de fútbol femenino, tanto en la primera B de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), como en todas las categorías de la Asociación Rosarina: desde la categoría máxima al sub 12. Son jugadoras que salen a la cancha a como dé lugar: unas desde San Lorenzo a Buenos Aires; otras, sin vestuario ni baño propios, haya luz o no. Así, casi en penumbras las encontró en una práctica Ovación a las que patean en el torneo local con todas las ganas.
Las de barrio Sarmiento fueron las primeras de la ciudad en llegar el año pasado a la AFA (según se anunció, la segundas serán las de Central en Primera A). Son un equipo de jugadoras de la ciudad de San Lorenzo y la región.
"Invitaron a Central, a Newell's y a Argentino, ninguno aceptó, y como nosotros teníamos desde hacía tres años un equipo jugando en la liga amateur Sanlorencina, hicimos un acuerdo con el salaíto, nos calzamos la camiseta azul y blanca y nos animamos a jugar. El tema son los costos: necesitamos 150 mil pesos sólo para los traslados durante el torneo, estamos evaluando si seguimos y cómo, hasta ahora contamos con el apoyo de la municipalidad de San Lorenzo y del gremio de Aceiteros", confesó el técnico, Juan Gómez, quien informó que de 22 equipos, Argentino quedó en el lugar 17. A pesar de eso, el entrenador está conforme con el rendimiento de las chicas que van desde los 17 años a más de 40, son amas de casa, estudian o trabajan.
Hoy, el torneo de AFA, a excepción de Argentino, está centralizado en Capital Federal y provincia de Buenos Aires. Son 16 equipos en la A (campeón actual UAI Urquiza y subcampeón, Boca) y 22 en la B (campeón actual Independiente y sub, Lanús). AFA prometió un apoyo económico de 24 millones de pesos por año a repartir entre todos en partes iguales. Es decir, serían 1.5 millones de pesos anuales o 125 mil pesos mensuales por equipo.
Hace tres días quince chicas de River firmaron contratos profesionales y se sumaron a las de UAI Urquiza y San Lorenzo. Pero muchas otras, como las salaítas dependen aún de la ayuda estatal, privada o de las rifas que ellas mismas organizan. Falta, todavía falta.
Todo a media luz
Jueves por la tarde con frío, práctica de las salaítas en Sorrento al 1400, en un predio de 7 hectáreas (Polideportivo Néstor Kirchner) con poca luz (las que hay prendidas las compraron las chicas vendiendo rifas de pollo asados). Tampoco hay instalaciones para que se cambie la rama femenina. "Debemos venir con la ropa puesta desde casa y volver así, transpiradas", se quejan algunas.
Las chicas van desde los 8 a más de 38 años: hay jugadoras madres con bebés, jugadoras que entran a la cancha con sus hijas, una única mamá que integra el cuerpo técnico y muchas otras madres fuera de la cancha que llevan a sus hjjas a entrenar y las alientan cada fin de semana.
El resaltar la presencia materna tiene que ver con la aceptación que se ganaron las salaítas de jugar a la pelota, aunque aún les digan "machonas", que "no saben nada de fútbol" y demás destratos machistas. "Hasta los árbitros nos dicen esas cosas", asegura la capitana de la primera B, Romina Rímolo. "Eso se solucinaría con más mujeres árbitros", agrega Graciela, parte del cuerpo técnico (aunque se sabe que sin mujeres con visión de género el panorama puede ser igual de discriminador).
Pero no todos los varones apelan a la descalificación. Los técnicos Armando Betral, Oscar Oviedo, Alberto Medrano y Bruno Cáceres las entrenan con gusto, compartiendo pocos recursos y mucho esfuerzo. "La diferencia de entrenar varones y mujeres sólo se ve en las más grandes, perdieron años de juego. Pero las menores son buenas", sostiene Cáceres. Y además, la mujer del cuerpo técnico reconoce que Betral le está enseñando de táctica y técnica para ponerse al día con el resto.
Las salaítas visten con orgullo las camisetas y camperas con el escudo "CAA". Llevan tres años jugando en Primera A y este año, en Primera B de la Rosarina. Dicen que al entrenar deben esperar que primero lo hagan los varones. Pero ni con todas esas contras se detienen. Cuentan que miraron el Mundial y entre sus ídolas ya apuntan a la arquera rosarina Vanina Correa y a la ex capitana, Estefanía Banini. Y sueñan. No descartan alguna vez vestir la celeste y blanca como sus ídolas.