En cuanto a lo futbolístico, Argentina buscó de arranque ser amigo de la pelota, pero logró ser prolijo sólo hasta tres cuartos de cancha porque allí se nublaba y las imprecisiones les ganaban a los pases al compañero. Encima Uruguay comenzó acurrucado contra su arco y apostó sus fichas a las réplicas llenas de veneno de Suárez y Cavani. El equipo de Sampaoli era tan previsible en los metros finales que le costaba meterse en el área rival con la pelota dominada. Además Lionel Messi no encontraba a Mauro Icardi para ponerlo de cara al gol. La Celeste captó como venía la noche y se animó a mirar de más cerca a Chiquito Romero.
En este escenario inicial de dominio posicional de Argentina, pero sin pimienta ni precisión en los metros finales, Uruguay a pura garra puso en aprietos a la línea de tres que estrenó Sampaoli, que en varias acciones lució desarticulada en los movimientos.
La primera situación clara de gol la tuvo el local. Suárez metió un centro enjabonado desde la izquierda y Otamendi casi se enreda con la pelota y la emboca en su propio arco. Del otro lado, a Paulo Dybala le costó engranar y por momentos parecía un cuerpo extraño para el equipo.
A los 22' Mercado sacudió desde afuera y el balón se fue alto. Luego Messi remató con rosca desde la derecha y no llegó a corregir al gol Otamendi arrojándose por el segundo palo. Respondió Suárez con un tiro de emboquillada desde 25 metros que se fue apenas arriba. Volvió a tenerlo el equipo charrúa, pero Romero le ahogó el grito a Cavani con una tapada magistral y en el rebote Vecino no le acertó al arco. Tembló la valla argentina.
Las dos últimas de la etapa inicial fueron para los de Sampaoli. Primero Biglia casi emboca las redes celestes desde media distancia y después Dybala le devolvió la pared a Messi en velocidad y la Pulga tiró a colocar abajo en el primer palo, pero fue enorme la respuesta a puro reflejo de Muslera.
El complemento arrancó con una combinación efectiva entre Messi e Icardi, la primera y única de la noche, y al remate del nueve del Inter lo controló Muslera. Después Leo pateó un tiro libre y lo manoteó el uno charrúa. Messi creció en incidencia, pero Dybala no terminaba de entrar en sintonía y Di María tampoco era preciso en las terminaciones por la izquierda, donde siempre sacaba el centro con el hombre encima y ensuciaba la jugada.
Igual Argentina acrecentó el dominio territorial, con un local que fue consolidando su postura mezquina. Lo que a esa altura estaba claro es que la táctica albiceleste de jugar con línea de tres en el fondo y sumar a muchos jugadores ofensivos para nada equivalió a poder atacar bien ni a prepotear al rival de manera sostenida.
Messi metió una corrida electrizante hasta que lo tumbó Rodríguez con un patadón. No quedó mucho más para ver. La sensación fue que ambos empezaron a pensar en el empate que les sirve para mantener intacto el sueño de ir al Mundial. Suárez, que fue titular a pesar de haber estado en duda por la lesión en la rodilla, terminó herido y debió salir.
Los arcos empezaron a quedar cada vez más lejos y hubo una tregua tácita de no agresión. Desde el otro lado de la cordillera habían llegado buenas noticias por la derrota chilena. Y llegó el final con la pelota bajo la suela argentina y con los once uruguayos replegados en su campo. Un empate flojito desde el juego. Fue un punto de encuentro entre los vecinos rioplatenses.